33

453 52 50
                                    

Narrador omnisciente

El calor matutino abrazaba nuevamente a la academia y esta vez Índigo había despertado antes que Mildred y decidió que incumpliria nuevamente su trato con la castaña. Esta vez no era por una estúpida carrera, esta vez Índigo necesitaba pensar y arreglar sus ideas.

Por ello apenas el sol cayó sobre Cakle la morena se aseguró de que Mildred se encontraba en profundo sueño, tomó su escoba y salió de la academia.

Índigo avanzó al menos media hora por el bosque hasta detenerse en un claro que tenía un pequeño lago repleto de ranas. Ahí descendió y se sentó sobre el pasto a admirar la tranquilidad de las aguas y el croar de las ranas que saltaban de nenúfar en nenúfar.

- ¿También vienés a pensar? - una molesta voz se escuchó tras de ella, Índigo giró la cabeza y se encontró con el rostro de la molesta rubia pero a pesar de todo está vez no lucia hostil aun así jamás bajaría la guardia.

- ¿Qué quieres Ethel? - de inmediato Índigo se puso de pie y cada músculo de su rostro reflejó su defensiva - Pensé que habías tenido suficiente con lo de ayer -

- No estuvo bien - susurró Ethel en un gran esfuerzo como si le costara disculparse.

La rubia no dijo más, tan sólo se sentó frente al lago justo al lado que había tomado Índigo hace un momento. Simplemente contempló la tranquilidad de las aguas mientras se encogia en posición fetal. - ¿No te ha pasado que tratas de hacer algo bien, realmente te esfuerzas en avanzar de tu pasado pero cuando sientes que lo estas logrando terminas regresando a donde empezaste? - suspiró Ethel mientras contemplaba a una rana observandola. - Entonces encuentras a alguien que genuinamente te quiere ayudar y te hace sentir que lo eres todo, alguien a quien no le importa tu oscuridad y se dispone a ayudarte. Pero en cada contacto que tienen le dañas cada vez más porque tu dolor del pasado te hace así y te frustra porque esa persona se va cansando hasta que se aleja de tu ambiente podrido - Por un momento los ojos de la rubia se aguaron y la vista se le nubló mas se negaba a llorar frente a una casi desconocida.

- Sucede, pero tienes que buscar superar el dolor o te quedarás congelada como una piedra en un agujero del que no vas a salir, mientras todas las demás personas que amas avanzan sin ti -

- No puedes decir eso, no entiendes mi dolor ni mi oscuridad - espetó la rubia .

-Talves tú eres quien subestima el mio, Ethel, no existe dolor que sea permanente sólo que tú mente es demasiado débil para continuar - Índigo finalmente se sentó junto a bruja de ojos verdes en la misma posición fetal. No quiera admitirlo pero estaba empezando a cuestionarse cosas sobre esa chica - Pero en otros temas menos depresivos y ahora que te tengo al lado sin que me quieras matar te puedo preguntar: ¿Por qué me desprecias Ethel Hallow - la rubia encendió todas sus alarmas y miró a la morena que tenía al lado - Y no digas que es porque vengo de una familia no mágica -

- ¡Lo es! , simplemente apareciste de la nada e incluso la estúpida de Mildred Hubble te defiende sin razón alguna -

¡Eureca!, exclamó Índigo para sus adentros porque finalmente había encontrado la respuesta. - Nah, obvio no me odias por eso, porque si fuera así también odiarias a Mildred Hubble -

- Odio a Mildred Hubble - Inquiere Ethel ya irritada por las contrarias que le lleva su acompañante.

- Sabes Ethel, no eres una mala persona, simplemente estas traumada y te esfuerzas por lucir mala para ocultar que te sientes débil, por eso te llevas entre los pies a los demás intencionalmente. Talves...sólo ha habido una persona en esta academia a quien no has odiado y de quien quieres toda la total atención pero justamente esa persona es la que más te causa conflicto entre todas las brujas - Índigo se puso de pie y miró inexpresiva a Ethel quien por su expresión, se sentía expuesta - He vivido lo suficiente y he estado congelada lo suficiente para saber que personas como Mildred son puras y atraen a los demás por esa pureza, se que gente como ella lo único que quiere es la sinceridad y que incluso si te equivocas mil veces, mil veces te darán la mano. Por eso es tan fácil que la gente las ame -

- ¿Qué insinuas? - Esta vez Ethel se puso de pie y siguió a Índigo quien avanzaba en dirección a su escoba.

- Sólo digo que un beso espontáneo en este claro, junto a este lago sería algo que a ese tipo de personas llenas de pureza les parecería tierno y
romántico - Índigo estaba jugando con la paciencia y la vulnerabilidad de Ethel.

- ¡No me gusta Mildred Hubble! - esta vez la rubia se puso de pie frente a Índigo deteniendo su pasó por un breve momento pero la morena simplemente la rodeó y siguió avanzando hasta tomar su escoba y montarla.

Índigo no puso evitar soltar una leve carcajada al escuchar a a Ethel - Tú solita te metes el pie - sin decir más se marchó dejando a la mediana de los Hallow con todas las palabras en la boca, incluso algo muy importante que debía decir.

Índigo llegó a la habitación antes de que Mildred despertara y su día transcurrió con aquella incómoda normalidad, al menos hasta el anochecer.

Índigo se encontraba sentada en el suelo de la habitación lista para disculparse con su amiga de trenzas por lo sucedido en la carrera, mas cuando la vieja puerta de madera se abrió de inmediato la alta y desgarbada figura de Hardbroom se hizo presente en la habitación, aquella bruja de mediana edad tenía rasgos parecidos a Joy pero si ceño estaba fruncido y parecía a punto de explotar en cólera. - Índigo Moon la quiero ahora mismo en la oficina de la señorita Cakle - habló con un tono rasposo e iracundo.

De inmediato Índigo se puso de pie y Mildred llegó a la habitación - S-señorita Hardbroom puedo
explicarlo - a pesar de las súplicas Hardbroom transportó a Índigo a si misma a la oficina de la directora.

/ /

Mildred pasó las últimas dos horas esperando afuera de la oficina de la señorita Cakle esperando respuesta que no llegaba, tan sólo se escuchaban los iracundos gritos de Hardbroom y los suspiros de decepción de la directora.

El silencio y soledad de Mildred se vieron eclipsados cuando Ethel Hallow se hizo presente en el pasillo con la cabeza agachada y los ojos rojos como si hubiese llorado por horas. De inmediato todas las alarmas de la castaña se hicieron presentes y su corazón dio un brinco pero no tuvo tiempo de preguntar cuando la afligida voz de la rubia llenó el vacío del pasillo - Lo siento, eso fue... Fue antes de la mañana y y-yo estaba enojada... No quise, no lo pensé correctamente - Los leves sollozos de Ethel se hacían presentes mientras Mildred la miraba anonadada.

- De todas las cosas que podías hacer, está es la peor Ethel Hallow... Realmente te odio - Por primera vez de verdad odiaba a la rubia.

Ethel se acercó e intentó estabilizar su respiración para ocultar su debilidad al llorar - Puede haber una solución -

- ¡NO! - está vez la castaña había perdido la paciencia y se sentía estúpida - La solución es que te vayas, siempre arruinas cada cosa en la que te metes -

Fue en aquel momento que la rubia supo que había arruinado todo.

- ¡Que te vayas! - está vez Ethel obedeció, apretó los puños y se llevó su miseria, sus errores y su dolor fuera de aquel pasillo en el que se habían quedado sus sentimientos por Mildred.


























Gracias por leer :)...

EGOIST-MITHEL LA PEOR BRUJA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora