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Narrador omnisciente

La joven bruja de cabellos castaños despertó cuando los potentes rayos de sol inundaron su vista, y una ráfaga de recuerdos se apoderaron de su mente, pero lo primero que le inundó fue la gélida imagen de Ethel Hallow de pie frente a ella.

Mildred ni siquiera analizó su entorno ni se tomó un momento para calmarse pues necesitaba saber cómo estaba su peor enemiga. En cambio, lo único que hizo fue dar un vistazo rápido alrededor el cual le fue suficiente para darse cuenta de que se encontraba en la habitación de Enid en la academia.

De inmediato se puso de pie y con paso acelerado salió de la habitación y caminó igual de rapido por los pasillos. Estaba a punto de llegar a la puerta de salida de la academia cuando chocó con una morena.

— Wow, ¿A dónde tan apurada? — Enid detuvo de los brazos a su amiga quien lucia agitada.

— No tengo tiempo Enid — dijo la bruja de trenzas tratando de liberarse del agarre de la Nightsade.

— ¿A que te refieres? . Obvio no estas bien porque cuando entré e a mi habitación te encontré desmayada sobre mi cama y con una nota que decía "cuidala", así que decidí ir por algunas hierbas para hacer una posión que te hiciera sentir mejor porque quiero ayudarte —

Mildred ignoró las explicaciones de su amiga y en su lugar empezó a buscar una escoba por dónde no la había.
— Necesito ir a la mansión de los Hallow —

Aquella idea fue lo último que imaginaria la morena que haría su amiga. — Tú le prometiste a Maud que ya no le hablarias a Ethel y ella es mala para ti. Además ya tienes un compromiso con Maud y hace rato la vi muy animada arreglandose —

Mildred no quería ser tan fría ni tan borde pero aquello era urgente — Maud tendrá que esperar. Si quieres ayudarme llevame con Ethel —

Enid tan sólo rodó los ojos pero de inmediato tomó su escoba y le hizo una seña a Mildred para que se subiera y emprendieron camino a la mansión de los Hallow.

Narra Ethel

Mi ahora desvanecida mirada estaba inmóvil frente al espejo mientras la criada apretaba las cuerdas del vestido. Porque sí, mi madre había decidido que iría al baile y debía ser la bruja que más brillara. Así que me hizo aprender una estúpida serie de hechizos para imoreisonar y me hizo vestir un tonto vestido más antiguo que Merlin.

Me gustan los vestidos pero éste no me dejaba respirar. Se trataba de un vestido morado de grandes dimensiones que tenía tirantes y era de olanes.

La criada había terminado de ajustar el vestido y ahora empezaba a peinarme, pero en aquel momento entró mi madre con aquella sonrisa hipócrita y fría que le caracterizaba. — Buenas noticias, te encontré una increíble pareja de baile, es el hijo de uno de los sobrinos del gran mago y te está esperando. No lo
arruines — finalizó con su típica dureza sin darme tiempo a contestar.

La criada finalmente terminó y le hice una señal para que se fuera, ella tan sólo asintió y me quedé sola en la ahora penumbra de mi habitación. Tan sólo en aquel momento pude pensar en la estúpida Mildred Hubble y su forma de ser, en como se había preocupado. Todo ello me hizo sentir por primera vez una extraña sensación que eran como pequeños bichos revoloteando sobre mi estomago y a la vez causandome felicidad.

Tal y como si hubiera invocado a un ángel o a un demonio, una escoba entró a gran velocidad por la ventana de mi habitación y se precipitó sobre mi cama.

Frente a mi aparecieron las figuras de Enid y Mildred tras de ella con una apariencia despeinada. De inmediato ambas se pusieron de pie pero la morena tan sólo le susurró algo al oído a Mildred y nuevamente emprendió el vuelo, no sin antes darme una mirada amenazante — No le hagas daño o vas a sufrir Hallow —

EGOIST-MITHEL LA PEOR BRUJA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora