Lunes de una nueva semana y la mañana recién empezaba. Un poco de neblina en Londres tapaba la cancha de entrenamiento. El inicio de la Premier League estaba cada día más cerca y la pretemporada se ponía pesada. Siete de la mañana y el plantel del Tottenham, a pedido de Conte, empezaba a entrenar.
Como siempre iba el grupo trotando y charlando para empezar bien la mañana.
—Oigan, ¿alguien revisó el fixture? —preguntó Rodrigo Bentancur girándose sobre sus pies mientras trotaba. Sólo vio a sus compañeros negar con la cabeza.
—Primera fecha de local contra The Seagulls —respondía de memoria Harry Kane que iba al frente de Rodrigo.
Son iba al fondo, escuchando de lejos la conversación de sus compañeros. Iban lento pero Heungmin empezaba a quedarse más y más lejos de ellos. Se detuvo cuando sintió un molesto tirón como era de costumbre en la pretemporada.
Hasta el grupo de arqueros que venía más atrás lo pasó, saludando mientras hacían los calentamientos especiales para empezar el entrenamiento. Sólo Hugo preguntó con señas, levantando los pulgares atrapados en sus guantes, si estaba bien. Asintió, respondiendo con otro pulgar arriba.
Se tiró al suelo rápido cuando notó que el preparador físico estaba distraído. Aprovechó para elongar, tratando de alcanzar la punta de su botín con los dedos.
El sol de la mañana le iluminaba de lleno en la espalda, calentando un poco lo que el invierno le enfriaba. Pero de un momento a otro, una sombra se posó encima suyo, algo la tapaba y la luz del sol ya no le llegaba y sentía el frío volver de a poquito. Pero más allá del frío, le preocupaba que ese algo fuese alguien y que ese alguien fuese el preparador.
Levantó la vista con timidez, pero se encontró con una imagen distinta a la que esperaba. Una mano se extendía frente suyo, pero no la de alguno del cuerpo técnico, sino la de uno de sus compañeros. Pudo saberlo porque llevaba un conjunto deportivo parecido al suyo. Aún así tardó un poco en darse cuenta quién era porque la luz que tapaba también lo opacaba un poco, sumado a que su compañero ni siquiera le miraba. Era Romero.
Cristian era paciente extendiendo su mano para ayudarlo a levantarse, no chistó cuando Heungmin se tomó su tiempo para levantarse. Una vez que lo hizo, se incorporó con su ayuda, agarrando su mano.
No hubo tiempo para agradecer, sólo empezaron a trotar antes que alguno del cuerpo técnico notase que habían parado. Lo único fue un pulgar arriba de Romero, más preguntándole si estaba bien. Son asintió, respondiendo que sí.
Sólo unos metros más hasta que las vueltas de calentamiento finalizaron. Jugadores de campo por un lado, arqueros por el otro y atrás llegaban Son y Romero a su ritmo. Sus compañeros los miraban, esperándolos de brazos cruzados. El equipo no empieza si no empiezan todos.
—¡Ahora sí! —exclamó el preparador físico una vez que los vió llegar. Tenía dos pelotas en sus brazos y una en los pies. —Pónganse de a dos.
No tomó mucho tiempo; las parejas no se armaron con el que más le agrada, sino con el que está al lado. Rápido empezó el entrenamiento; el preparador tiraba las pelotas y entre dos jugadores iban haciéndose pases hasta el final de la cancha.
Los últimos dos, una vez la pelota llegó a los pies de Heungmin, empezaron a hacerse pases a lo largo de la cancha. Cristian a la izquierda, Heungmin a la derecha.
Pases sueltos, finos, libres, firmes. Llegaron sin ni una pelota perdida hasta el final de la cancha y regresaron así como vinieron. De ser los últimos, pasaron a ser uno de los primeros.
De pases, pasaron a cabecear la pelota.
Otros ejercicios más de precisión.
Y recién pasada la media hora, pitó el primer descanso.
Heungmin volvió al piso, sentándose para volver a elongar su adolorido músculo gemelo derecho entre los saltos y pases. Fue un alivio finalmente darle un descanso. Aún estirando su mano para alcanzar la punta de su botín, giró la vista a su derecha para encontrarse con Romero otra vez, a quien había visto toda la media hora.
Estaba sentado al lado suyo, tomando agua y con la mirada al frente.
¿Siempre tenía una mirada así de seria? Tan firme y segura. Incluso cuando lo levantó del suelo se veía tan firme y varonil. Era como si no pudiera dejar de verlo.
—Eu, ¿estás bien? —le decía Romero mientras le ofrecía la botella de agua que tenía en la mano.
Heungmin no había entendido lo que dijo, pero supuso que había preguntado acerca de su pierna porque de nuevo había hecho la misma seña que cuando trotaba con él. Aceptó el agua, se incorporó y así, respondió:
—Sí, estoy bien, no es nada. —Sabía que Romero no entendería. Con señas, asintiendo y con un ademán, trató de completar.
Otro pitido más para llamar a continuar con el entrenamiento. Primero se levantó Romero, luego, a la cuenta de tres, ayudó a Heungmin a levantarse extendiéndole la mano de nuevo.
Sólo un instante el tacto de la mano de Romero estuvo en la suya. Un instante de más, cuando Heungmin ya estaba de pie. Su mano era de agarre suave sobre la suya; sentía el calor de la piel de su compañero que contagia a suya; la suavidad que su piel la quería sentir un poco más.
Heungmin ni siquiera había notado que todo se había dado vuelta. Sólo se sintió raro, como si su mano tuviera memoria propia y sintiese la falta de calor que la mano de Cristian le había dado. Fue extraño. Pero para su suerte, la mañana aún no terminaba.
—¡Bueno, continuemos con el entrenamiento de a dos!
Y esta vez no fue pareja con el que estaba al lado: curiosamente eran las manos de Romero que lo invitaban a estar juntos un poco más, pidiéndole que se acerque en señas que entendió bien. Chocaron los puños cuando volvieron a estar juntos en el entrenamiento.
Y es que ese día todo se dio vuelta, todo fue distinto. Fue ese día que para Heungmin algo empezó a dar vueltas y vueltas en su compañero, Cristian Romero. Ese día fue distinto.
Supo que fue distinto cuando lo despidió esa misma noche. Un sentimiento extraño lo recorrió entero, poniéndole la piel de gallina, unas cosquillas le pasaron por la nuca y su mano recordaba el calor que le hacía falta.
—Arrivederci —saludó cuando lo cruzó en el pasillo.
Esta vez se acercó más para palmear el hombro o, más bien, tocarle el hombro, recuperando el calor que había perdido esa mañana.
—Chau —saludó Cristian también, devolviéndole el toque al brazo.
bueno ponele que quedó bien
HOYYYYY VUELVE LA PREMIERRR 🤩 por finn cómo se puede vivir sin torneo más de una semana dice el nenito fifa promedio
igual sí
ENCIMA hoy juegan los spurs! seguramente el cuti no juegue pero son lleva entrenando hace unos días, él seguro esté. así que bueno, q lindo q es el fulbo pibe
y feliz navidad atrasada 🎄
ahre les decía eso a lo último sjdj sí perdón me emociona más la premier
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Arrivederci | Cutison.
FanfictionDistintos idiomas, un mismo sentimiento: Heungmin y Cristian tienen un choque cultural cuando se dan cuenta que no pueden entenderse entre ellos. • Slow burn. Angst. • Modismos argentinos.