25.

2.1K 309 220
                                    

El silbatazo final se oyó hasta el vestuario donde Cristian esperaba por sus compañeros. Su cara de aburrido cambió porque no estaba enterado del resultado más que con gritos de la hinchada que no podía decifrar de quién era.

Tuvo que esperar varios minutos sentado hasta que la primera figura se presentaba delante suyo: Harry, que se veía con una cara decepcionada. Rápido se acercó al inglés.

—¿Qué pasó? —preguntó refiriéndose al partido.

Harry se tomó su tiempo para responder mientras su cara parecía caer aún más. Bajó la mirada, preocupando aún más a Cristian que quería saber a cuánto habían perdido.

¡Dos a uno! —exclamó con alegría queriendo contagiarle la felicidad con agarrarlo de los hombros y sacudirlo. Cristian estaba más confundido.

Y así el resto de sus compañeros empezaron a cambiar el ambiente al entrar. Saltos, felicitaciones, choques de manos y bromas que alegraban el ambiente en el vestuario. Cristian se había comido el amague, tuvo que darle una con mano abierta a Harry para después abrazarse los dos.

Rodrigo se les acercó en medio del festejo, para preguntar algo importante:

—¿Y Sonny?

—¿Sonny? —Una sonrisa se le pintó en la cara. —En la enfermería. Se lo llevaron. Parece que se lesionó en serio ahora. Pobrecito.

—¿¡Qué!? —exclamó Rodrigo que parecía haber sido tomado por sorpresa, aunque esa situación era esperable.

¿Qué pasó? —preguntó Harry que miraba al par con preocupación y desentendido.

¡Sonny está lesionado! —Le tradujo el uruguayo al inglés que los miraba con cara confundida, dejándolo ahora preocupado. De nuevo a su compañero latino, dijo: —¿No fuiste a verlo?

—No podía salir de acá hasta el final del partido. —Levantó los hombros, despreocupado. —Pero él está bien. está mejor que vos y este juntos —dijo refiriéndose a Harry que seguía rodeado por uno de los brazos de Cristian. —Igual ahora voy a ir a verlo. —Con suavidad sacó el brazo de Harry para empezar a acomodarse para irse camino a la enfermería.

Los cómplices se miraron, haciéndose preguntas. La primera, la cara de tranquilidad que expresaba Romero después de haberse ido casi rompiendo todo. Segundo, cómo hablaba de Heungmin después de haber estado peleando con él todo el partido que jugaron. Lo poco que Rodrigo lo conocía, sabía que no hablaría así de tranquilo de alguien que tenía bronca.

—¿No era que vos y él estaban peleados? —preguntó Rodrigo, siendo tan sutil como siempre. Su mirada expresaba picardía, especialmente con esa ceja levantada y los brazos cruzados.

—El fútbol siempre da revancha, Lolo —explicó, levantando los hombros, despreocupado. —Los del sur somos así.

Y era así.

Por los pasillos hasta la enfermería iba Cristian esperando poder encontrar a Heungmin. Los médicos se lo habían llevado para atenderle mejor su herida. Vio que apenas podía pisar. Comenzaba a creer que no iba a jugar por un tiempo.

Apenas su presencia apareció en el marco de la puerta de la enfermería, se encontró con la expresión ahora sonriente de Heungmin que brilló apenas lo vió llegar.

—Gracias a Dios el partido salió bien, ¿no? —Apareció el kinesiólogo del club. Él era español. —No como nuestro amigo aquí —Ni siquiera saludó para ponerse a hablar con Cristian, mirando en dirección a Heungmin.

—¿Qué tiene?

—Nada grave. Un lindo moratón, una distensión y desgaste muscular producido por forzar de más el músculo cuando no debía. —Eso último lo dijo en inglés, mirando fijamente a Heungmin para que entienda que iba directo a él. Lo hizo sentir avergonzado porque él era uno de los que lo había advertido sobre su lesión hacía unos días en el gimnasio. —Creo que en unas tres semanitas estará mejor, siempre y cuando no se haga el valiente.

Arrivederci | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora