20.

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—Colorad-

—Kevin, me llegás a llamar así y le digo a mamá —advirtió el jovencito que miraba su celular mientras esperaban en una cafetería.

Kevin bufó.

—Alexis, hermanito, cielito soleado de mi alma —se corrigió con ironía —, ¿cuándo llega el chavón que casi le sacás una pierna de lugar?

—Fue sin querer. —Miró desafiante a su hermano mayor cuando le dijo eso. Le había remarcado eso desde el día del partido. —Dice que ya está llegando.

—Eso dijo hace media hora. —Se quejó el morocho que se tiró para atrás en la silla. Entonces, se le ocurrió un chiste: —Viene en una pata.

Alexis volvía a mirarlo desafiante, ahora dándole un golpe en la cabeza.

Chasqueó la lengua el menor.

—Lo hubiese traído a Francis.

—Me querés.

Desde afuera, en su auto, Heungmin miraba al café donde había sido citado. Alexis estaba preguntando si ya llegaba. Le respondería si no fuese porque, debajo de ese mensaje, estaba otro que le molestaba.

Habían pasado cuatro días desde el partido que Heungmin salió lesionado. La primera fecha de la premier terminó cero a cero para ellos, un punto para cada uno. En realidad Heungmin no vio el partido por estar dando vueltas en el hospital.

Desde entonces, le dieron días de descanso y no había ido a los entrenamientos ni se había presentado en el predio. Aún así sus compañeros no dejaban de hablar con él, preguntándole y preocupándose por su estado.

Entonces, a la mañana siguiente del partido, recibió un «¿cómo estás?» en español. Mensaje de las siete de la tarde que Heungmin había visto recién a las ochos de la mañana. Desde entonces, recibía sus mensajes todos los días.

Eso sí que lo molestaba. Se había puesto en mente olvidarse de él mientras lloraba todo el camino al hospital. Aún así, estaba harto de ponerse tan contento al ver sus mensajitos a la mañana. Sabía que lo hacía porque era su compañero, nada más. Todos hacían lo mismo; a veces hasta Lloris insistía con una respuesta de cómo estaba.

Pero a Cristian se limitaba a responderle «sí, estoy bien» para después no responderle más. Todavía tenía orgullo suficiente para no responderle porque ahora sentía un dolor horrible en el pecho que le molestaba cuando Cristian le hablaba.

Y ahí estaba de nuevo.

Apagó su celular.

Bajó del auto, despacito, teniendo cuidado de no pisar mal. Aunque en realidad su pierna estaba bien y sólo había quedado sentido del golpe, ni él ni los dirigentes querían arriesgarse a correr el riesgo. Tenía que ser cuidadoso.

—¡Hola, Alexis! —saludó heungmin, sonriéndole con amabilidad para después notar al joven morochito que se sentaba con él. Con sólo verlos rápido pudo notar que eran parecidos.

Supuso que era su...

—Mi hermano —aclaró Alexis —. Es Kevin.

Después de un codazo, el hermano de Alexis, Kevin, saludó. Parecía callado.

—No habla inglés, así que no va a molestar, no te preocupes —acariciaba los cabellos de su hermano, como si estuviese hablando bien de él.

Ojo con lo que decís, colorad-

Un duro codazo.

—Tengo uno más en Argentina, ¿quieres que te lo regale? —preguntó en broma, haciendo reír a heungmin.

Arrivederci | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora