23.

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La mañana en el gimnasio estaba movida a pesar de la tensión que había en los vestuarios unos días después de la fecha dos. Esta vez no era porque el plantel estuviese entrenando allí, todavía no era horario, sino porque el cuerpo técnico estaba atento frente a la máquina de correr donde tenían a una de sus estrellas corriendo. Parecía que cada paso que el coreano así, les dolía a ellos.

—¿Estás seguro? —Volvió a preguntar el de utilería, tan preocupado como los demás.

Son se mantenía serio, mirando al frente. No respondía preguntas.

—Sonny, apenas han pasado unos días de la fecha dos ¿realmente piensas arriesgarte para la tres? —preguntaba ahora el kinesiólogo con su acento español.

—¡Es cierto, sólo fue un tropezón! —Empezó a comentar otro que se veía nervioso —. El equipo puede remontarlo, no es necesario que te arruesgues.

"¡Sí, sí!" afirmaban otros mientras tiraban comentarios al aire.

—Muchachos —Augusto Conte estaba parado en el marco de la puerta del gimnasio, cruzado de brazos. No estaba tan preocupado como el resto. —Si Son dice que está bien, yo le creo. Un golpe es un golpe y ni moretón le quedó.

De golpe la máquina de Heungmin frenó y fue con tanta brusquedad que hizo inhalar del susto a casi todos los presentes. "¡Cuidado!" exclamaron a la vez.

—Además, ya saben cómo fue la fecha anterior sin él. —Seguía explicando Conte, ahora haciendo un dos con sus dedos, recordando el dos a cero.

Había pasado una semana desde lo ocurrido con Cristian en el predio.

El partido contra el Wolves en la fecha dos había terminado mal con los lobos ganando con dos de diferencia. Un partido flojo de los Spurs para perder pelotas y comprometer otras. Augusto Conte estaba contento y aliviado cuando Heungmin dio el primer paso dentro del predio con su ropa de entrenamiento.

Heungmin no participó en la segunda fecha como había dicho y no era por la lesión.

Se sentía mal por haber dejado a su grupo tirado, pero digamos que necesitó unos días de duelo para olvidarse un poco de todo. Sí, había mentido para el cuerpo técnico que apenas podía pisar cuando en realidad había pisado con fuerza cuando se fue del lugar donde había dejado a Cristian penando. Con esa mentirita había estirado su descanso unos días y ahora estaba más que listo para volver a compensar todo.

Suficiente tiempo para relajarse, mirar televisión, jugar videojuegos o simplemente comer algo para dejar de pensar tanto y acomodar sus sentimientos. Por suerte, pudo manejarlo. Con su nueva mentalidad podría estar listo para la próxima fecha, la tres: contra el Newcastle.

Ese tenía que ser su único pensamiento ahora. Le aseguró a Conte que estaba más que listo para dar el golpe para tener su primera victoria en el campeonato. ese era su pensamiento ahora.

—¿Por qué se quedan ahí? —La voz de Conte volvía a sonar por todos lados. —Vamos, dejenmos a nuestro siete entrenar tranquilo. —Había salido de la puerta para empezar a empujar a sus colegas preocupados. —Sonny, cuando puedas, te sumas al entrenamiento con tus compañeros.

O quizás no lo era.

Estiró un poco más su mentira para no tener que entrenar con sus compañeros, no mientras Cristian esté ahí. El maldito suertudo parecía haberse ganado la titularidad y ahí estaba, entrenando con sus compañeros mientras fingía que no pasaba nada. había hecho bien en irse. Apretó con fuerza su agarre en la cinta.

Otra vez ese sentimiento que dolía en su pecho que lo hacía ponerse molesto. Todavía no encontraba la fórmula para olvidárselo y volver a verlo no ayudaba para nada.

Arrivederci | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora