EPILOGO

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''Te daré los mejores años''

Los meses pasaron y también pasaron cosas en este perdió, no pensé que todo fuera tomando su rumbo como se debía es más creía que quizás todo se volvería un caos como siempre sucede.

Ya casi son las vacaciones de verano lo que conlleva que varios se despiden de la universidad uno de esos es Lester, que hasta el momento nos hablamos de manera amable y pacífica, pero es notable la manera en que puso distancia entre nosotros siempre para su mayor y más alto bien, en verdad lo comprendo lo lastime demasiado, pero verlo feliz y con el nuevo puesto de trabajo que tienes es más que suficiente.

Es claro que estaría con su papá pero no me imagine que se iría a la nueva empresa que abrieron en Toronto, es más nadie lo esperaba incluso su hermano que ya se hablan un poco más, incluso hablaran con todo lo que sucedió con Pauline no eran los mejores amigos pero si se toleraba y evitaban pelear enfrente de su mamá que ahora vive con Lukman.

—A nosotros nos sigue quedando dos años — se queja Evan.

—El tiempo vuela.

—Y no vuelve.

—Cierto.

Evan iba con su celular mensajeando a un nuevo chico que conoció hace poco en un antro, y acaba de anunciar que era homosexual que para muchos no fue una sorpresa, y lo estaba haciendo por sus papas se enteraron de aquello, y prácticamente lo desheredaron, pero Lukman se comprometió ayudarlo y Lester le dio una beca completa, aun sigo sin comprender a sus papas pero puedo notar como mi amigo esta libertado, y también feliz que Luther no se volvió acercar a este.

—¿Luther también se va con Lester?

—No, por lo que me dijeron se va a ir a California, quien sabe a que de por si no sabe hacer nada.

—Es un idiota.

—¿Quién? — pregunta Lucrecia.

—Luther.

Hace una mueca.

—Y un pervertido.

Todos asentimos ante ese comentario porque es un maldito idiota, eso nadie lo puede negar ni Dios.

—Extrañare a todos.

—Extrañaras al equipo que no veras en calzones.

—Nunca los vi en calzones.

—¿En boxer?

Lucrecia me da una mirada fulminante por lo que solo le sonrió.

—Solo decía.

—No, nunca hice eso.

—No se si creerte.

—Pues hazlo.

Me comienzo a reír y me separo de ellos para ir directamente hasta el salón de música donde me encuentro a Lukman de espaldas escribiendo algo, hasta que me siento a su lado.

—¿Qué haces?

—Evitando que el grupo haga el ridículo.

—No es cierto.

Me mira.

—Son buenos.

—Son terribles tocando, no se en que momento alguien les dijo que tomaran esta clase.

—Me tienes a mí.

—Empezando por ti.

Abro la boca, y lo golpeo ligeramente del hombro.

Miénteme, yo te creoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora