ch.3

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Wendy no dejó en paz a Hoseok desde que aceptó ir al restaurante con ella. No paraba de enviarle mensajes sobre la cena y sobre lo emocionada y contenta que estaba de que hubiera aceptado ir con ella. Así que, después de aguantar recordatorios durante toda la semana, por fin llegó viernes. Hoseok había hecho algo de trabajo para sus clases antes de que Wendy pudiera llegar, y ahora estaba esperando a que ella se cambiara. En lugar de venir preparada a su apartamento, ella quería usar su ducha y habitación para que se cambiara.

¿Por qué razón?

Solamente Dios sabe. Era una completa pérdida de tiempo, pero él no iba a decírselo.

La cosa con Wendy era que si ella quería hacer algo de cierta manera, no ibas a hacerla cambiar de opinión.

Una vez que salió de su habitación, y el sonido de sus tacones chasqueando contra el suelo de madera pulida llegó a sus oídos, levantó la vista de su portátil abierto. Ella no pudo evitar sonreír ampliamente al ver a su esforzado novio, siempre sacando tiempo para sus estudios.

—Estás muy guapo, amor.

Hoseok sonrió, apartando la mirada mientras cerraba su navegador antes de apagar el portátil. Aunque la joven siempre le había hecho cumplidos, estuvieran donde estuvieran, él nunca se había acostumbrado.

No le gustaba que vinieran de ella.

—Gracias —dijo el chico a duras penas.

La mujer llevaba un vestido rosa de manga larga y tacones negros, perfecto para la fresca noche que hacía fuera. Se había puesto muy poco maquillaje, unos pendientes de aro dorados y un fino collar dorado que él le había regalado en su segundo año de noviazgo.

—Vamos, mis amigos nos esperan fuera.

Los ojos de Hoseok se abrieron de par en par, sintiendo que se le paraba el corazón, — ¡¿Afuera?!

Wendy frunció el ceño, mirando extrañada a su novio, —Eh, sí. No vamos a ir andando hasta el restaurante, cariño.

Hoseok apretó los labios mientras la seguía fuera de su apartamento. Cerró la puerta y guardó las llaves en el bolsillo trasero del pantalón. No le habría importado que hubieran pedido un uber para los dos, era una cosa completamente distinta ir con un desconocido, que ir con amigos de tu novia, que ni siquiera conocías.

Hoseok se mordió el labio, sintiéndose ansioso de repente. No tenía ni idea de cómo se comportarían.

¿Y si lo encontraban raro?

Hoseok perdió al instante el hambre que había sentido por la tarde y se limitó a seguir a la mujer feliz hacia una furgoneta negra aparcada. Aunque las puertas del vehículo estaban cerradas, la música sonaba a todo volumen a través de ellas y sonaron fuertes carcajadas cuando se abrió la puerta trasera, revelando a un grupo de mujeres y hombres.

Hoseok exhaló, sintiendo que sus manos sudorosas empezaban a temblar, y se quedó allí de pie mientras Wendy era abrazada por una mujer más alta que se había bajado rápidamente de la furgoneta. Todos parecían esos estereotipados chicos populares del instituto con los que definitivamente no querías meterte.

— ¿Cómo estás? —preguntó otra mujer desde el interior de la furgoneta, y Wendy sonaba tan feliz hablando con sus amigos que Hoseok se sintió mal por quedarse detrás de ella, evitando el contacto visual con la gente que probablemente se preguntaba si podía hablar o no. Una leve palmada en el brazo le hizo salir de sus pensamientos de pánico y levantó la vista para ver rostros desconocidos que le devolvían la mirada con sonrisas burlonas.

Se habría sentido seguro si le hubieran ofrecido un saludo primero, pero Wendy le empujó hacia delante, haciéndole sentir de nuevo como un niño pequeño, incapaz de saludarles. Cada vez que iban a algún sitio y los adultos le preguntaban algo al pequeño Hoseok, éste no sabía qué contestar, sobre todo si la otra persona buscaba conversación con él, y su madre y su padre siempre se enfadaban.

Blue is better than PinkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora