𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟒

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Tengo que encontrarlo, siento que está en peligro. Me empezó a doler el pecho, eso era muy mala señal, por una parte, odiaba tener el maldito instinto de madre con Harry, pero por otro lado estaba bien tenerlo ya que sabía cuándo Harry estaba en peligro y podía ir a ayudarlo de alguna u otra manera. Eso era uno de los motivos por el cual regresaba a Hogwarts, estos tres años que no fui Harry estuvo solo y en peligro, ahora estará protegido por mí y evitaría con todo su ser que Harry no esté en peligro.

Ni bien llegue a la carpa entre rápidamente asustando al señor Amos, cuando se dio cuenta que tenía cargado a su hijo, se encamino rápido a nosotros a inspeccionar a su hijo.

─¿Qué le paso? ─me pregunto cuando yo lo dejaba en el sillón de la sala.

─Mucha cerveza de mantequilla, Señor Diggo-

Los gritos de la multitud se hacían cada vez más fuertes y desgarradores, parecía que estuvieran matando personas, tenía que irse rápido.

─¿Qué pasa haya afuera? ─me dijo mirándome a los ojos con preocupación.

─No lo sé, solo salgan de aquí rápido, al parecer los causantes de los gritos todavía están lo suficientemente lejos como para que puedan irse de aquí.

Empecé a caminar rápido.

─¡Cayetana! ─voltee a mirarlo, por la preocupación ni cuenta me di de la forma que me había llamado─ Cuídate.

Dicho eso empecé a correr a toda velocidad, no en el máximo por el dolor de rodillas y espalda que ahora tenía de tanto peso que cargué. La gente me empezaba a empujar y con las rodillas muertas no logre hacer nada para no caerme.

─¡Ana!

─¡Hermione! ─llego a mi costado─ ¿Dónde está Harry? ¿Está bien?

─Sí, sí, todos logramos salir, pero por la multitud nos separamos, dijimos que nos íbamos a encontrar en las bota vieja, ¡vamos!

Me voy arrepentir de esto, pero no podía dejarlos así.

─No, tu anda, yo los alcanzo, tengo algo que hacer.

─¿Qué? No te puedo dejar sola. ─ agarro mis manos y me miro preocupada.

─Hermione tu corre, después nos encontraremos.

─Está bien, nos vemos.

Me pare despacio, seguía con el dolor y en algún momento sabía que me iba desmayar, la cabeza me daba vueltas, pero no lo podía dejar solo.

─Es que... ─entre a la carpa─ Cayetana. ─su papá no podía llevarlo.

─Ya te dije que no me llames así Diggory.

Sabía que no se podía parar, me puse de espaldas a él, lo agarre y lo cargue.

─Señor Diggory, todos quedaron en encontrarse en la bota vieja, usted vaya corriendo con todas sus fuerzas, los tipos que están haciendo disturbios ya están llegando, yo me encargo de cuidar a su hijo.

─Pero-

─Papá no hay tiempo. ─ el señor Amos me miro.

─Le prometo que llevare a su hijo sano y salvo, ¡ahora corra! ─dicho eso el señor Diggory salió de la carpa muy rápido.

Empecé a correr con las ultimas fuerzas que me quedaban, ahora ya estaba desolado, estaba todo con cenizas de las carpas que habían hechizado, había un par de cuerpos tirados en el piso, solo estaban corriendo unas dos o tres personas, éramos casi los últimos en salir, a unos metros vi a unos hombres de negro encapuchados, maldecí y empecé a caminar rápido sin hacer ningún ruido.

𝐀𝐍𝐀 𝐏𝐎𝐓𝐓𝐄𝐑 - 𝐂𝐄𝐃𝐑𝐈𝐂 𝐃𝐈𝐆𝐆𝐎𝐑𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora