𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑𝟏

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Camine enojada por los pasillos de Hogwarts tratando de llegar rápido a la sala común, probablemente Snape trato de convencerme que deje de cuidar a Harry solo porque cree que le robo, pero todo lo que le había dicho se estaba borrando de su mente. Harry es un buen chico, y sí, hace algunas cosas, pero no las hace con mala intención y menos para herir a alguien.

Cada vez que se acordaba me daban ganas de golpear algo, así que no me resistí más, me pare y mire en dirección a una pared, sin pensarlo dos veces la golpee, iba golpear otra vez, ahora pensando en lo que había pasado en la mañana, de solo recordarlo me faltaba la respiración, pero el golpe nunca llego. Abrí mis ojos sorprendida y vi a mi costado la razón de mi enojo, miré para otro lado, había olvidado que Diggory es prefecto.

─No te hagas daño. ─agarro mi otra mano raspada, saco su varita y me curo las heridas al instante. Ni bien lo hizo me acaricio las manos─. ¿Podemos hablar?

Iba responder rápidamente que no y me iba ir, pero lo pensó un poco más, sería mejor que cortara los lazos con él de una vez y dejara las cosas en claro. Asintió con la cabeza agachada y Diggory agarro su mano antes herida y entrelazo sus dedos. Con solo sentir su tacto se le revolvió el estómago.

No reprocho nada y caminaron hasta que encontraron las puertas de la sala de menesteres, había encontrado el nombre en uno de sus libros, entraron y estas solas se cerraron. Era mejor estar con las puertas cerradas, no sabrían cómo sería el ambiente aquí, además no querían que nadie los oyera.

Poco a poco fue soltando mi mano, ni bien lo hizo sentí un vacío y un aire helado recorrió mi mano, crucé los brazos para tener un poco de calor.

─ ¿Por qué?

─ ¿Por qué, qué?

─ ¿Por qué no te permites ser feliz a mi lado? ─ lo sabía, él sabía que yo a su lado era feliz, sabía que él me hacía feliz, sabía que solo con verlo me hacía feliz y cada vez que se iba de mi lado me dolía el pecho por su ausencia.

─Diggory.

─Ana.

Nos quedamos callados. Un nudo en mi garganta se fue formando y me di cuenta que no era lo suficientemente fuerte como para enfrentarlo.

─Fue una mala idea haber aceptado venir. ─me empecé a ir y a casi un metro de la puerta él me volteo para verlo de frente.

─No te vayas. Solo por esta vez no te vayas. ─me rogo alzando mi mentón y se empezó a acercar como si me estuviera pidiendo permiso, solo cerré mis ojos y eso fue suficiente para él, nuestros labios se rozaban y nuestras respiraciones se mezclaban─. No te voy a besar, quiero que tú me beses a mí.

Mi respiración se entrecortaba cada vez más, abrí mis ojos, Diggory me miraba atento a cada movimiento que hiciera. Sus iris casi no se veían por lo dilatadas que estaban sus pupilas de color gris. Estaban ahí brillando esperando a que acortara todo el espacio que nos separara.

Solo será de despedida...

─Maldición. ─susurre.

Uní nuestros labios y ni bien lo hice sentí como una lagrima caía por mi mejilla. Diggory siguió el beso agarrándome de la cintura apegándome a él, y yo pase mis manos por su pelo haciendo el beso más intenso de lo que ya era. Ese beso lo necesitábamos los dos, ese beso nos dio la señal de cuanto nuestros labios se habían extrañado, de cuanto nos necesitábamos el uno al otro, pero eso no podía ser así. Había caído, había caído en la maldita tentación. 

Baje mis manos y trate de quitar sus manos de mi cintura, pero él se reusaba, hasta que use todas mis fuerzas y lo empuje. Lamente verlo a los ojos porque hasta aquí se notaba que estaba sufriendo, y era mi culpa. ¿Acaso no podía parar de ilusionarlo? Maldita sea.

𝐀𝐍𝐀 𝐏𝐎𝐓𝐓𝐄𝐑 - 𝐂𝐄𝐃𝐑𝐈𝐂 𝐃𝐈𝐆𝐆𝐎𝐑𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora