El dolor de otra pérdida

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Luján se despierta durante la madrugada y siente unos brazos alrededor de su cintura: Gira su cabeza y se le forma una sonrisa enorme en su rostro al ver a Marcos durmiendo plácidamente pegado a ella. Se suelta de su abrazo y se levanta de la cama lo más silenciosamente posible, sin embargo Marcos se despierta ni bien ella se levanta
Marcos(con esa voz ronca que a ella le erizaba la piel):¿ Otra vez te vas a escapar?
Luján: ¿Eh? No, solamente voy al baño. Dormí tranquilo, Ya vuelvo
Marcos:¿Me prometes que no te vas a ir?
Luján (acercándose a él y dándole un suave beso en los labios): Te lo prometo
Se pone la remera de Marcos y sale del cuarto, él la sigue con la mirada hasta que la pierde de vista: no sabía que iba a pasar en la mañana pero en ése momento se sentía el hombre más feliz del mundo.

Irma Lutier escucha como se abre la puerta de calle y rápidamente toma un vaso de agua junto a la pastilla que le dio su hijo. Se acerca a la mujer que dormía tranquilamente y la sacude
Irma: Hilda, despierte. Es la hora de la medicación
La mujer se restriega los ojos y se acomoda en la cama
Hilda (mirando la pastilla): ¿Es la misma de siempre, Irma?
Irma (esquivando su mirada): Sí, señora, es la misma
Hilda: No sé porque siempre me pareció que era más grande, A mí edad ya no distingo bien las cosas
Luego de decir eso se pone la pastilla en la boca y la traga junto al agua, su enfermera no le sacó los ojos de encima hasta que estuvo segura de que tragó la pastilla. Luego agarra su cartera y se despide de la mujer antes de salir del cuarto, en el pasillo se encuentra con el matrimonio Colucci-Rey quienes iban a su propia habitación
Irma: Buenas noches, señores. Ya me retiro, que descansen
Sonia: Buenas noches, Irma¿Hildita está despierta? Quisiera pasar a saludarla
Irma: No, señora, se durmió hace solo unos minutos.
Sonia: Entonces no voy a despertarla.¿Quieres que te llevemos a tu casa?
Irma: No, mi remis está en la puerta. Hasta mañana, señores
Franco y Sonia: Hasta mañana, Irma.
A las 8 de la mañana Juanita vá a la habitación de Hilda para llevarla a desayunar con Franco y Sonia, llama a la mujer pero ésta no responde por lo que la toca para despertarla y se dá cuenta de que está fría y que no tiene pulso. La mucama grita tan fuerte que sus patrones se asustan y suben rápidamente las escaleras
Juanita: La señora, la señora está muerta
Sonia intenta acercarse a Hilda pero Franco se lo impide y se acerca él para descubrir también que la mujer no tiene pulso, saca su celular y llama a su médico explicandole lo sucedido pidiéndole que vaya lo más rápido posible a su casa. Sonia no podía dejar de llorar abrazada a Juanita mientras que Franco lloraba con la mano de Hilda entre la suya. El médico llega a los pocos minutos y les pide que salgan todos del cuarto, ellos salen al pasillo y el médico intenta reanimar a la mujer pero es en vano: Ella sufrió un paro cardíaco súbito y falleció unas horas atrás. Salió del cuarto sin saber cómo decirle a sus familiares lo sucedido
Franco: ¿Cómo está Hilda, Roberto?
El hombre simplemente negó con la cabeza y ése gesto fue suficiente para que el matrimonio entendiera que no pudo hacer nada para salvarla. Sonia cae al piso gritando y llorando desconsoladamente, Franco se agacha hasta ella y la abraza llevándola hasta su pecho mientras llora él también: Hilda era como una madre para ellos y una abuela para sus hijos, era la alegría del hogar, la que siempre lograba que se mantuvieran todos unidos. El médico les comentaba que quería hacerle una autopsia y Franco solo decía que sí con la cabeza pero realmente no lo estaba escuchando.

Marcos preparaba café mientras Luján intentaba prender su celular pero era en vano, no había forma de que funcionara. Después de intentarlo varias veces se encendió y la chica mira preocupada la cantidad de llamadas que tenía del celular de Franco y también del teléfono de la casa, de repente se le cruza por la cabeza el nombre de Hilda y recuerda que había prometido que se quedaría con ella la noche anterior.
Luján: Soy una tarada, cómo pude olvidarme de eso
Marcos: que pasa, está todo bien?
Ella le hace seña de que espere mientras marca el número de Franco, quien atiende inmediatamente
Luján: Hola papá. Ví tus llamadas perdidas, perdón por lo de anoche. Con Marcos nos quedamos trabajando hasta tarde y
Franco: falleció Hilda, Luján
Luján siente como se le vino el mundo abajo, se queda sin fuerzas para mantenerse de pie y se apoya en un mueble que tiene cerca
Luján: Que? Es un chiste¿No? Por favor, Franco, decime que es una joda
Franco: Quisiera que fuera un chiste pero no es así, mí amor. Sufrió un paro cardíaco súbito y falleció al instante
Luján: Ya mismo voy para allá
Corta la llamada y esconde su rostro entre sus manos mientras empieza a llorar desconsoladamente, Marcos la mira preocupado y se acerca a ella
Marcos: Que pasa, Luji? Que te dijo Franco?
Luján: Murió Hilda
Marcos estira su mano para acariciarle el cabello pero ella se la saca y levanta el rostro mirándolo con desprecio
Luján: Yo tenía que estar con ella, si hubiera pasado la noche con Hilda ésto no hubiera pasado
Marcos: No digas eso, Luján, vos no tenes la culpa de nada. Fue algo que tenía que pasar, Hilda no estaba bien y lo sabes
Luján: ¡Cállate, no quiero escucharte más! ¡Vos también sos culpable!
Marcos intenta acercarse nuevamente pero ella lo empuja hacia atrás.
Luján: ¡No me toques, no te me acerques! Siempre que estoy cerca tuyo pasa algo malo, sólo traes desgracias a mi vida
Marcos la mira sin dar crédito a lo que estaba escuchando
Marcos: entiendo que te sientas pésima, sé cuánto querías a Hilda pero nadie tiene la culpa de lo que pasó, Luján
Luján: ¡TE ODIO, MARCOS, TE ODIO! MALDIGO EL DÍA QUE TE CONOCÍ , SOS LO PEOR QUE ME PASÓ EN LA VIDA
Marcos se queda mirándola con los ojos llenos de lágrimas y sin poder decir ni una palabra, Luján toma su mochila y sale corriendo del departamento dejando al rubio destrozado, sintiéndose culpable por la muerte de Hilda

Luján llega a su casa y ni bien entra se tira a los brazos de Sonia, Quien no podía dejar de llorar. Franco y Pedro estaban abrazados en un rincón y tampoco podían dejar de llorar: ninguno podía entender cómo pudo sucederle eso a la mujer, querían que ésto sólo era un sueño del que muy pronto despertarían pero no era así : Hilda, la amada abuela de la familia Colucci-Rey, ya no estaba entre ellos.

Marcos se sentía muerto en vida, nunca había sentido tanto dolor como sentía en ese momento. Fue al colegio a dejar el trabajo de química pero no se quedó en la clase, al salir del colegio chocó contra Guillermo quien venía silbando
Marcos: Disculpe
Guillermo: Está bien, Aguilar?
Marcos no lo escucha y sigue caminando, Guillermo vá detrás de él y lo toma del brazo, Marcos levanta la cabeza y el preceptor puede ver en sus ojos toda la tristeza que llevaba dentro. Busca en su bolsillo hasta que encuentra un cigarrillo de marihuana y se lo ofrece a Marcos
Marcos: No, Gracias. Yo no fumo
Guillermo: Pero probá, te va a hacer bien para calmarte
Marcos lo agarra dudoso, Guillermo saca un encendedor y se lo prende con una sonrisa
Marcos le dá una seca y se ahoga, quiere devolverselo al moreno pero éste niega con la cabeza
Guillermo: Intenta otra vez, pero hacelo despacio
Marcos lo hace como el hombre le indico y sintió una sensación de placer al hacerlo. Siguió fumando durante unos minutos y empezó a sentirse relajado, como si sus problemas no fueran tan grandes como creía.
Guillermo saca una bolsita de marihuana y un paquete de papelillos y se lo da a Marcos
Guillermo: Viste que te hace bien? Toma ésto, cuando sientas que no podes más armate un porro y vas a ver cómo en unos minutos empezas a sentirte mejor.
Marcos le agradece con una sonrisa y se va del lugar, pensando en que no entendía cómo las personas juzgaban tanto a las personas que consumían marihuana sí ésta era la mejor medicina que existía.

Pacto De Amor (Lujarcos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora