Wanna be Yours (Daemon & Rhaenyra)

Capítulo 8

Este capítulo está subido y editado desde el móvil, si ven algún error o que los guiones largos de los diálogos se cambian por guiones cortos, es por esto.

Disfruten del capítulo y comenten mucho para dejarme saber sus opiniones.

RHAENYRA

—Me alegra ver que estás de vuelta, hija —la saludó su padre en cuanto ella llegó, posicionándose a su lado derecho.

Rhaenyra no se giró a observarle. Seguía furiosa con él por el destino al que quería someterla.

El único motivo por el que se estaba comportando era porque le había hecho una promesa a Alicent, y no podía incumplirla tan pronto sin levantar sospechas.

—Yo también estoy contenta, padre —mintió ella, mirando al frente.

El barco que debía llevar a Daemon hasta el Valle ya estaba allí, con el tripulante a bordo y unos cuantos guardias.

Daemon aún no había llegado, tenían que vestirlo y arreglarlo para que no parecía que se había pasado unos días en el calabozo.

Otto fue el que sugirió que se hiciera de esa manera, para evitar habladurías y posibles críticas al rey. Al fin y al cabo, la guardia real seguía siendo mayoritariamente leal a Daemon, y les habían ocultado donde se encontraba el príncipe durante todos aquellos días.

Alicent estaba del otro lado del rey. Su hijo Aegon estaba a su lado pero intentaba no tocar a su madre, y su hija Helaena era cargada por una doncella mientras lloriqueaba.

Rhaenyra no pudo evitar sentir pena por esos niños, productos del deber y no del amor. Ella por lo menos había tenido tiempo para saber lo que era ser querida por sus padres, antes de que Viserys se obsesionara con la idea de un heredero varón.

—Aegon, ven conmigo —pidió Rhaenyra, hablándole a su medio hermano.

Aegon la miro, con algo de temor en sus ojos, lo que llamó la atención de la princesa. Nunca había sido desagradable con él. Puede que un poco distante, pero nunca lo había tratado mal.

El niño miró a su madre, que ni siquiera le devolvió la mirada.

—Aegon, te ha llamado tu hermana —le dijo el rey.

Aegon avanzó hasta su hermana con la cabeza gacha.

—¿Te pasa algo? —preguntó Rhaenyra.

—No, hermana —dijo el niño. Rhaenyra sonrió.

—¿Quieres que te cargue para que puedas ver? —ofreció. Los ojos de Aegon brillaron, pero esta vez con emoción.

—¿Harías eso, hermana? —Rhaenyra asintió, agachándose para levantar a su hermano.

El se aferró a sus brazos, buscando estabilidad mientras ella lo levantaba del suelo. 

La atenta mirada de Otto, que se encontraba un poco por detrás del rey estaba sobre ellos. No le convenía que el niño le cogería cariño a Rhaenyra, eso dificultaría todos sus planes.

—¿Ya no estás triste? —preguntó el pequeño Aegon, mirando a su hermana.

—¿Por qué lo estaría? —preguntó Rhaenyra, con una sonrisa que comenzaba a flaquear.