Capítulo 14

948 100 23
                                    

Este capítulo ha quedado mucho más largo de lo que esperaba, y aún iba a serlo más, pero he decidido cortarlo para no darlo todo de una y dejar un poco de suspense con el final (no os frustréis).

Si os gusta, recordar que comentar mientras leeis es una motivación inmensa para las que estamos en casa, solas con una pantalla y un teclado poniendo palabras juntas que esperamos tengan algo de sentido. 

Aprovecho de hacer un parón publicitario para decir que he subido una nueva novela Daemyra titulada Shameless, por si quieren ir a leerla. 

—¿Cómo que habitaciones separadas? —medio gritó Rhaenyra, mirando a la doncella como si esta tuviera dos cabezas después de lo que le había dicho.

Rhaenyra no era ilusa, sabía que la mayoría de las parejas de alta cuna dormían en alcobas separadas y solo compartían lecho cuando querían ejercer su deber matrimonial; pero ese no iba a ser su caso. Antes quemaría la Fortaleza que permitiría que Daemon durmiera en cualquier sitio que no fuera a su lado, y esperaba que Daemon se sintiera de manera similar o iban a tener la primera crisis matrimonial de su relación.

No podía saber cuál era la opinión de su esposo al respecto, puesto que Viserys le había llamado para una nueva audiencia privada. Si está iba de la misma manera que la anterior, Rhaenyra ya había avisado que necesitaría un maestre.

Además, Rhaenyra sospechaba que, secretamente, la sirviente tenía motivos ocultos para querer al príncipe Targaryen en una alcoba separada. No podía culparla, no del todo.

La pobre sirvienta no sabía donde meterse ni que decirle a la princesa cuando estaba tan claramente disgustada ante la idea.

Había sido advertida del temperamento de la princesa, pero no se esperaba una respuesta tan feroz por su parte.

—Por ordenes de la reina —acabó por decir la sirvienta.

Rhaenyra suspiró. Por supuesto que todo esto era obra de la recatada, perfecta Alicent. Por supuesto que ella no le iba a permitir compartir alcoba con su marido, porque esa no era la tradición y porque el matrimonio había sido efectuado en extrañas circunstancias que ni ella ni el Septo aprobaban; y conociendo a su padre no iba a hacer nada por intervenir.

—Todas las pertenencias de mi esposo serán trasladadas a nuestra habitación —dijo Rhaenyra, con un tono calmado que no sentía en lo absoluto y que no dejó a la sirviente más remedio que asentir—. Y ahora, si me disculpas, voy a pedir una audiencia con la reina.

Rhaenyra no se esperó a que la audiencia le fuera concedida o no, simplemente entró en los aposentos de su examiga sin previo anuncio.

Alicent se encontraba mirando por la ventana, perdida en sus pensamientos. Eso no fue lo que sorprendió a Rhaenyra. Lo que la sorprendió es que estaba acompañada de Sir Criston Cole.

—Sir Criston —dijo Rhaenyra, intentando ocultar su sorpresa-. Me gustaría hablar a solas con la reina.

Sir Criston la miró por una milésima de segundo en lo que parecía ser decepción, puede incluso que pena. Rhaenyra sintió una punzada de culpa. Criston había sido su protector, su más leal aliado y amigo, y había abusado también de su confianza y arriesgado su posición en la Corte para llevar a cabo su plan.

Hablaría con él más adelante y le pediría disculpas por lo que había hecho. No se arrepentía de como habían tenido que suceder las cosas, pero si de herir a gente que le importaba por el camino.

—Como ordene, princesa. Estaré custodiando la puerta —respondió él, en tono neutro, haciendo una reverencia.

Sir Criston salió, cerrando la puerta tras de si. Cuando estuvieron finalmente a solas, Alicent se giró para encararla. Tenía los ojos cansados y la mirada perdida. Rhaenyra podía ver qué había algo más, algo que se le estaba pasando en ese encuentro, pero no tenía tiempo para darle muchas vueltas.

Wanna be Yours (Daemon & Rhaenyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora