veintiuno

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Me tiembla la mano como si dentro de mis venas existiera un terremoto, y apenas un poco menos el resto del cuerpo

Cuando sostengo el bolígrafo azul en mi mano derecha y estoy a punto de firmar éste documento, desearía ser cualquier otra persona en el mundo y así quitarme la responsabilidad de hacerlo

Yo sé lo que es estar internado en una clínica psiquiátrica. Conozco la sensación de ahogamiento, de sentirse encerrado en una caja, sin interacción alguna con el afuera

Sé lo pequeña que se puede llegar a sentir una persona cuando el miedo lo paraliza por completo y encuentra realidades distintas a su alrededor

Lo fea que es la comida, lo incomodas que son las camas, el milagro caído del cielo cuando un enfermero se cruza contigo y te trata bien; La inexistencia de algo tan simple como saber la hora

Viví en carne propia el dolor y las intolerables noches de insomnio

Y ahora soy yo el que está enfrentando a todo eso a mi madre, que en relación a los delitos que cometió, fue declarada inimputable por su enfermedad mental

Mi hermana acaricia mi hombro y llevo mis ojos a ella. Mantengo mi vista en los suyos, cansados, apagados, rotos

Estoy tomando la decisión correcta, me repito a mi mismo en mis adentros

Y firmo sin más

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.

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La puerta de mi habitación se abre, haciendo que algo de luz entre, y llevo la vista hacia allá. Olivia se asoma con una sonrisa en su cara y abro mis ojos con sorpresa

-Liv...

-Hombre, ¿Por qué todo tan oscuro?- se queja

Prende la luz y me tapo el rostro rápidamente con ambas manos. Largo quejidos en el trayecto, porque el ardor se hace presente en mis ojos y ella no hace más que reírse con diversión

-¿Qué hace aquí?- cuestiono

-Laura nos dijo que estabas un poco triste, así que vinimos de sorpresa con los chicos

-¿Los chicos están aquí?

-Eso mismo dije- responde y sus pasos se acercan

Destapo mis ojos y puedo ver como me empuja en la cama hacia un costado, para hacerse lugar. Luego se acuesta a mi lado y me observa expectante

-Si entra Martín por esta puerta y nos ve así, le diré que es todo tu culpa- aviso

-Si entra Martín por esta puerta, él me tiraría de la cama y te haría cucharita- afirma y ambos reímos- ¿Por qué estás triste, Watson?

-No estoy triste- aclaro- En realidad ni siquiera sé que estoy sintiendo

-Suele pasar- levanta sus hombros y mira hacia el techo- ¿Estás así por tu mamá?

-Si- asiento y ella me mira- En cierta forma estoy tranquilo, porque no le hará daño a nadie y es donde debe de estar. Pero...

-¿Pero?

-Ambos sabemos que las clínicas psiquiátricas no son DisneyLand- digo y escucho una risita baja por parte de ella- Creo que me siento culpable de saber que ella está allí

-Si está internada es porque ella no está bien, no por ti

-Lo sé, pero fui yo el que firmó el documento- argumento- Siento que la sentencié a pasar el resto de su vida, en una vida de mierda

Victoria - Juan Pablo Villamil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora