IV

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—¿Qué carajo? ¡Largo!

Mientras Jungkook maldecía y se tambaleaba, chillé mi propia sorpresa y salté hacia atrás. Lo que una dama debe hacer en situaciones de esta naturaleza habría sido -déjame repetir- habría sido inmediatamente mirar hacia otro lado, disculparse por entrometerse mientras él se duchaba, y huir con vergüenza mortificada tan rápido como mis piernas me pudieran llevar; pero es que la toalla envuelta alrededor de su cintura estaba floja mostrando su abdomen que simplemente no me pude mover.

Y luego estaba el asunto de su brazo derecho, repleto de tatuajes. Lo sé. Casi que me dio una combustión espontánea justo en ese momento.

El aguafiestas agarró un puñado de la toalla, ciñéndola. Apoyándose de la puerta con su otra mano como si fuera a azotarla en mi cara, demandó—: ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Mis ojos volvieron a su cara, y que alguien tenga piedad de mí, repentinamente me di cuenta de que escruté su cuerpo sin vergüenza.

Su cabello estaba mojado, lo cual lo hacía ver extra oscuro, las gotas caían de la mata de pelo salpicando a un lado de su cara y garganta. Más perlas de agua golpeaban a través de su pecho, algunas teniendo el buen juicio de aferrarse a sus bíceps y pectorales. No es que las culpe. Si yo fuera una de esas gotas y tuviera la buena fortuna de aterrizar en Jeon Jungkook, también me aferraría a sus músculos.

Todavía tenía ese rostro dulce, pero sus pómulos y el hoyuelo sobresalían en el fluorescente brillo de la luz del baño, mientras que sus ojos tomaban una tonalidad oscura de ensueño.

Una muy cabreada tonalidad oscura de ensueño.

Frunciéndome el ceño, arqueó sus gruesas cejas como si dijera: "¿Y bien?" lo que me recordó que todavía no había contestado a su pregunta.

—Es... Estoy de niñera. —Obvio.

Pero se veía tan condenador, como si pensara que me había escabullido en su casa y hubiera entrado apropósito sólo para verlo en toalla y tratar apreciar sus tatuajes. Hizo que me enojara.

También le fruncí el entrecejo, poniéndome a la defensiva. —¿Qué demonios estás haciendo tomando una ducha con la puerta completamente abierta mientras estoy cuidando a tu hermana?

—No sabía que estabas aquí —espetó—. Y el cerrojo no sirve.

Oh. Tal vez eso es lo que su madre me había dicho: que el cerrojo de la puerta, no el inodoro, era el que estaba roto.

Mi error.

Pero eso no excusaba su actitud malhumorada.

Traté, de verdad que traté de mantener mi mirada arriba de su cuello, pero eso era como dejar caer a alguien en el borde de un rascacielos de cien pisos y decirles que no miraran abajo.

Yo lo hice. Y sí, todavía seguía siendo atractivo de la cabeza a los pies.

Se aclaró la garganta indignado como diciendo: "¿te importa?". Con brusquedad alcé la vista otra vez.

—¿Todavía no llega mi mamá a casa? —preguntó cuando finalmente tuve mi atención en su rostro.

—¿Tú que crees? Me quedé dormida en el sofá después de poner a Hee Jin en la cama. ¿No me habría despertado ella si hubiera llegado ya?

—Entonces debe de estar trabajando tiempo extra para alguien. —Cerró los ojos y silenciosamente gesticuló algo. Finalmente suspiró como si abandonara una batalla mental que tenía consigo mismo, pasó una mano a través de su grueso y húmedo cabello—. En fin, no sabía que estabas aquí, ¿de acuerdo?

✔ 𝓔𝓿𝓮𝓷 𝓼𝓸...  ||Libro 1 -JEON JUNGKOOK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora