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Supongo que tenía que suceder con el tiempo, pero aun así no estaba preparada cuando lo hizo.

Catorce días después de la fiesta de Nayeon —también conocida como la noche en que Jeon Jungkook casi me besó y luego me abandonó— Jeon Hee Jin tuvo su primer ataque bajo mi cuidado. Por supuesto que entré en pánico.

Un segundo ayudaba a mi pequeña amiga a darse un baño, haciéndola reír con los chistes más absurdos de toc-toc, y al siguiente todo su cuerpo convulsionaba. Fue un milagro que su silla de baño se mantuviera estable para que yo pudiera sostener su resbaladizo y húmedo torso antes de que sufriera una seria caída o se golpeara con las paredes de mármol.

—¿Hee Jin? —grité—. Ay, Dios. ¿Qué pasa? ¿Qué te pasa, bonita?

Me llevó un poco de esfuerzo darme cuenta de lo que pasaba a través del pánico. Pero no me tranquilizó en absoluto una vez que lo hice.

Un ataque. Un maldito ataque.

Mi mente se quedó en blanco. No podía recordar ni una sola cosa de lo que su madre me dijo acerca de las convulsiones, excepto que no había nada que hacer para detenerlas y que tenía que asegurarme de que no se hiriera a sí misma en medio de una.

Ya que el baño parecía demasiado reducido y malditamente peligroso de repente, medio la cargué-medio la arrastré hasta el pasillo.

Dejando su cuerpo contorsionado sobre la duela, me arrodillé a su lado y acaricié su hombro una vez antes de precipitarme al baño para coger todas las toallas que pude ver.

Después de cubrirla, di un paso hacia atrás y estallé en lágrimas. La angustia era real, pero mi responsabilidad era aún mayor. Me lancé hacia el comedor en busca de mi teléfono, arrancando la lista de contactos de emergencia de la nevera a la siguiente respiración.

Me había alejado de ella durante sólo tres segundos, pero se sintieron eternos. Caí de rodillas a su lado, apartando mechones de cabello húmedo de su cara mientras que con la otra sostenía el teléfono esperando que su madre respondiera; pero no lo hizo. Fueron los cuatros tonos más largos de mi vida.

El siguiente número en la línea de contactos era el de Jungkook. Me limpié un exceso de lágrimas de mis mejillas y escuché el silencio haciendo eco después del primer tono. Podía contar cada latido de corazón golpear contra mi pecho. Juro que si él estaba con una clienta ahora mismo, iba a matarlo.

Al segundo tono él atendió.

—Jungkook, te necesito —Apresuré las palabras—. HeeJin está teniendo un ataque y no sé qué hacer. No deja de temblar, tu mamá no responde su teléfono. Estoy asustada. No sé qué hacer.

Jungkook no respondió de inmediato. Después de una pausa dolorosamente larga, dijo—: ¿Si Yeon?

—¡Sí! —grité de un modo frustrado, del tipo "ponte al día"—. ¿Quién demonios crees que es? ¿Me escuchaste? Dije que tu hermana está teniendo un ataque.

—Sí, escuché. Creo. Primero que nada cálmate.

¿Cálmate? —dramaticé. —¿Estás loco? Este no es momento para calmarse.

—No puedes ayudarla si estás enloqueciendo. Ahora dime: ¿dónde están? ¿lograste acostarla en algún lado sin que se lastimara?

Su tono de voz firme y sereno sobrepasó poco a poco el pánico y de algún modo encontró la única sección racional de mi cerebro. Dejé salir una respiración tan calmada como pude.

Asentí. —Sí. Estamos en el suelo del pasillo. Le daba un baño cuando...

—Bien —cortó, obviamente sin necesitar detalles—. Mantenla allí y quédate con ella. Háblale. Déjale saber que no está sola.

✔ 𝓔𝓿𝓮𝓷 𝓼𝓸...  ||Libro 1 -JEON JUNGKOOK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora