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El teléfono llamaba, pero no recibí respuesta. Quizás y si había sido un sueño, pensé. Escuché unos ruidos pequeños en mi ventana, como si alguien tocara la puerta. Al mover la cortina, ahí estaba. Era ese chico, Alexander. Había sido real.

Fruto de mi falta evidente de cordura, o quizás, simplemente estaba escrito. Pero había sido real absolutamente todo lo ocurrido la noche del ataque misterioso.

Abrí la ventana y estos chicos tan excéntricos entraron riendo y bromeando de nuevo.

- Vinimos a escoltarte, señorita Elisa-

Dijo Ken, el chico de cabello color lechuga. Siempre era burlón al hablar.

- ¿Necesitas que llevemos algo?-

Preguntó la castaña tomando mi mochila.

- Si, esa maleta y esa mochila, pero puedo llevarla yo-

Al decir eso, me la arrebató Alexander.

- Nos atrasarías llevando el peso, la llevo yo. Ahora vámonos, estamos siendo sospechosos-

Dijo con un tono frío. Se me hizo sumamente grosero, ¿Quién se creía que era? Las personas con un aire de superioridad me causaban hastío. Me inquietaba su presencia, quizás demasiado, pero nunca lo iba a admitir.

Mi corazón sonaba como martillo contra tela, algo me llamaba a ir con ellos. Me sentía viva, que algo bueno pasaría, no tenía explicación. Claro que eran personas extrañas y habían mil posibilidades en mi contra, podría morir o mucho más, pero nada de eso parecía estar en mi mente en esos momentos. Era como si toda mi vida hubiera estado allí, en ese momento. La muerte no me causaba miedo, después de toda una vida cerca de ella, te acostumbras.

Abrieron mi ventana no sin antes hacer tanto ruido que pensé que Ingrid llegaría para ver esa escena.

Ingrid, pensé que tenía tanto que agradecerle por todos los años que intentó estar conmigo. Le dejé una nota donde dije que buscaría respuestas, pero que regresaría a verla después de un tiempo. Era la única persona importante que había tenido en mi vida, pero no podía seguir llevándome su tranquilidad.

Debía formar mi propio camino y buscar soluciones por mi cuenta. No era algo en lo cual un médico pudiera ayudarme. Me despedí de Ingrid, al menos en mi mente y les di a los chicos una seña de que nos fuéramos.

Volaron de nuevo por los árboles, estaba nuevamente en la espalda de la castaña llamada Moka. La escena no había sido un sueño. Pero esta vez, no estaba asustada. Estaba decidida. Llegamos a la casa que ya identificaba, nuevamente nos estaban esperando esas personas tan peculiares.

- Bienvenida, Elisa. Me alegra que hayas llamado-

Me dijo dándome la mano, sentí un extraño flash de imágenes cuando lo hice. Ignoré eso y decidí solo sonreír levemente.

- Vamos adentro, necesitamos charlar-

Al pasar nos sentamos en la sala, pero esta vez pensaba hablar yo.

- Mi nombre es Elisa, Elisa Kaori. No es mi apellido, realmente mis apellidos no los conozco. Tengo 18 años, no sé de dónde provengo, ni mi nacionalidad. Tampoco tengo familia ni personas cercanas-

Hablé en voz alta sentada en la sala, todos estaban a mi alrededor.

- Tengo dudas, demasiadas dudas-

Era una gran verdad. Toda mi vida había tenido dudas sobre mi pasado, sobre quién era y por qué me pasaban cosas inexplicables. Quería entender el presente pero para eso debía desempolvar el pasado.

El Dr. Grimm me miraba con concentración, mientras todos en la sala parecían ponerse de acuerdo en algo. El ambiente se sentía muy distinto a la vez anterior, me sentía bienvenida, no interrogada. Por pequeños instantes sentí haber conocido antes a esas personas, quizás los había visto en sueños.

-Entonces debes saber primero quiénes somos nosotros-

Dicho esto, el Dr. Grimm se puso de pie y nos llevó a todos a un enorme patio que estaba al lado de este lugar. El aire se sentía distinto, nos rodeaba una pradera iluminada por la luna y las estrellas. El lugar parecía sacado de un sueño. Había una laguna a lo lejos, se escuchaban los sonidos del bosque. Escalofríos recorrían mi cuerpo como si la sensación fuera totalmente familiar y estuviera emocionada por estar de regreso.

- Nosotros somos el círculo de fuego-

Una llamarada de fuego empezó a envolverlos a todos y sus apariencias habían cambiado. La ropa de todos era distinta, parecían antiguas vestimentas de combate, hechas de cuero. Todos tenían un collar con un símbolo similar. El brazo del Dr. Grimm estaba tatuado, y había un tatuaje que parecía estarse moviendo.

Tenía miedo, estaba impactada, pero decidida.

- Antes de empezar, tenemos que dejar en claro unas reglas-

Un círculo de fuego nos rodeó, cuando volteé a ver, Alexander lo estaba creando con sus manos.

- Nuestra existencia es un secreto, al momento de unirte, no podrás regresar nunca a tu vida como la conocías. Todo a tu alrededor va a cambiar, cambiarás tu y todo aquello que percibías como real será completamente distinto a tus ojos. Serás distinta en cuerpo y alma, tu misión será otra y la cumplirás con ella, y como te protejamos tu vas a protegernos-

- Acepto-

Dije en voz alta, cuando entonces las llamaradas se hicieron muy altas. Apenas lograba ver fuera de ellas, y el lugar se iluminaba con fuerza. Sentí un dolor inmenso en la cabeza y mi cuerpo temblaba. Sentía electricidad en toda mi columna mientras podía sentir que mi energía cambiaba. La piel en mis brazos ardía y por un momento empecé a pensar que moriría. Cerré los ojos y pude ver una luz. Una luz cálida, conocida. Caí desmayada y de ahí no supe más hasta el día siguiente.

El Círculo de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora