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Habían pasado días del incidente de mi caída y aunque ahora me hacían bromas de ello los chicos, me ayudaron mucho durante ese tiempo. Alex me cargaba camino a la escuela y de regreso durante el tiempo que mi pié seguía adolorido.

El no había vuelto a hablar el tema y seguía siendo tan reservado y callado como hasta ahora, pero hablábamos más seguido. A veces robaba libros de la escuela sobre brujas y hechicería, para luego dejarlos en mi puerta en las noches. Parecía insistir en que yo tocara el tema. Solía verlo en los pasillos, leyendo y dormitando. Su presencia todavía me causaba sentimientos encontrados, pero conforme los días pasaban, aprendía a controlarme mejor en su presencia.

Me encontraba en el salon de clases del que ahora era mi colegio, la clase era biología y la maestra Pilar explicaba la vida de los animales en el desierto. Era un tema que ya había leído, no ponía mucha atención. Entonces sentí un piquete en el brazo y giré la mirada para ver lo que había sido, Serena me había picado el brazo con la punta de su lápiz lleno de brillantina morada.

- Ten-

Susurró pasando un papel a la paleta de mi banca, disimuladamente, tenía tanta precaución que hasta parecía que en vez de mandarme una notita estuviera traficando droga.

Tomé el papel y con tinta roja con glitter decía "¿Quieres ir a comprar unas cosas conmigo?" Acompañado de unos dibujitos de caritas felices. La miré y asentí, entonces me hizo un gesto con la mano de "Ok" y volvió a prestar atención a la maestra.

Después de un rato lo pensé mucho, ¿acaso podía realmente salir? El Dr. Grimm no me había dicho si evitaban salir para no ser vistos frecuentemente o si sólo salían a cierta hora cuando no hubiera mucha gente en las calles, para no llamar la atención. En definitiva, estaba en problemas. Ellos habían dicho que tenía toda la libertad que quisiera, pero, ¿Era seguro salir? La secta estaba cerca y lo podía sentir, pero, ¿Estaba prohibido ir al pueblo por eso?

Llegó la hora del receso y salí a poner un libro en mi casillero y sacar una coleta para recogerme el cabello, ese día hubo un calor terrible y mi cabello tuvo la increíble reacción de esponjarse. Eso nos pasa a las que tenemos el cabello rizado-ondulado-lacio.

- ¿Tienes otra de esas? No traje ninguna y me muero de calor, me suda todo, quisiera morir-

Me dijo Serena limpiando su rostro con una toallita húmeda

- Creo que sí, pero no vuelvas a mencionar tu sudor-

Respondí buscando entre mi mochila otra coleta mientras ella se reía, en el bolsillo de adelante de la mochila encontré una color rojo ya un muy usada. Apenas conocía a esa chica, pero me parecía agradable hablar con ella, no intentaba entablar una amistad, pero podía al menos llevar las cosas más amenas en esa escuela, si es que no me sentía lo suficientemente anormal para dejar de tener contacto con otras personas fuera del círculo.

- Perdona, no tengo otra-

Se rió y se trenzó el cabello, atando la trenza con la coleta

- Lo peor es que seguirá así y cuando vayamos a comprar será terrible, si me desmayo me llevas cargando por toda la plaza, y a la que suelo ir es grande-

Dijo y volví a pensar en ello, no quería cancelar tan pronto pero tampoco sabía si estaba bien. Aún así, ella era amable conmigo y quise hacer el intento.

- Si pesas mucho te dejo tirada en el suelo de la plaza y me llevo tus cosas-

Le respondí y se rió mucho

- Vamos a comer, quiero comer-

Dijo y se colgó de mi hombro, me sentí un tanto nerviosa y entonces se separó de mí para que fuéramos a comprar de comer.
Normalmente yo no compraba comida, después de todo, Rina había tomado la costumbre de hacerme sándwiches, aunque le había pedido que no lo hiciera, le dije que no quería darle carga. Rina y el Dr.Grimm eran quienes menos me daban seguridad, pero por alguna razón eran amables conmigo. No me habían cobrado un solo centavo por vivir con ellos, pero yo mejor que nadie sabía que nada en esta vida es gratis.

El Círculo de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora