Ella es unica

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Gustavo

—Se está haciendo de noche.

Estamos caminando recorriendo parte del bosque que cubre la institución de cuidados psicologicos donde estamos... Ambos.

Ella por un retiro y yo... Es una historia larga.

—¿Qué sugieres?

Me pregunta y me le quedó viendo, sus ojos verdes resaltan demasiado y el brillo dorado de su cabello me hace que lo observé tratando de conservar la imagen.

—Que vayamos adentro —digo dando varios pasos pero siento su mano en mi brazo.

—O...

—¿O? —pregunto y ella asiente con una sonrisa maliciosa dando unos pasos, dejándome embobado.

—¿Por qué no nos quedamos aquí?

—Ya será de noche, chispas —Le recuerdo.

Frunce el ceño ante el apodo que le puse.

—Perfecto, así nadie nos ve —asegura y tira de mi brazo caminando adentrándose al bosque, yo sin más la sigo.

—Le doy gracias a todo ser vivo porque puedes ubicarte en este bosque aunque me temo que yo no...—digo, tratando de hacer conversación, ya que está algo callada—. ¿O eso lo vas a utilizar para matarme? —Abro la boca al darme cuenta de su intención—. ¡Me quieres matar! No, suéltame. Me voy—Trato alejarme pero se voltea, mientras gira los ojos aburrida viéndome.

"Está bien, mis teatros con Victoria, no funcionan" pienso.

—¿Por qué te mataría? —da un paso

—¿Por qué no hacerlo? —doy otro.

—Eres insoportable...

—Exacto, espera ¿¡Qué!?

—Pero me eres agradable, tavo —confiesa con una sonrisa que detona la mía.

—Gracias, Vic.

"Si supieras que me gustaría ser más de tu agrado" pienso

En eso veo donde estamos y noto que no me llevó a cualquier parte.

Está en el lugar central de las fogatas grupales de aquí.

Hoy está cerrado y por esa sonrisa de satisfacción que esboza me hace darme cuenta de cuál era su intención principal desde un inicio.

—¿Quieres hacer fuego? —Me pregunta con una sonrisa y yo me río, haciendo que frunza el ceño.

—Me explico, yo en otro momento habría contestado otra cosa —admito, mientras voy tomando las ramas, y algo de papel—. pero ahorita te digo, estoy en eso.

Eso parece despertar su curiosidad.

Así que cuando me extiende una rama, me mira sentándose en uno de los troncos.

—¿Y qué me dirías en otro momento?

La observo, carga una camiseta blanca y jeans normales, aunque destacables en su figura.

En contraste conmigo que tengo una camiseta azul y jeans.

"Aquí no necesito los trajes" pienso.

Lo que no puedo negar es lo que me transmite ahora, que es aquello que sospeche desde que vino está mañana tocando mi puerta para llevarme a terapia.

—Que existen más formas en las que yo puedo hacerlo —sonrió de medio lado—, a menos que tu sepas elevar la temperatura también —Guiño un ojo y niega.

Crisis de Estado (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora