3+3=6 Parte 4

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Tomó toda su iniciativa hasta superar las expectativas que tenían sobre él.

Como las de Haitiana y Noel, porque cuando anunciaron que a su corta edad de 21 años estaba catalogado entre los tres mejores perfiladores del mundo. Lo trataron como un hijo al celebrar su logro, ya que siempre creyeron en el, por eso nunca se rindió.

Y ahí esta la explicación por la que nunca lo echaron porque Haitiana comprendía que era sentirse como Gustavo, queriendo normalidad cuando en su vida no podía. Ella nunca dejo de insistir con el, y por esa razón además de otras él, estará en deuda con Haitiana Prett.

—Hay ocasiones, hermosa donde la ira se tiene que exponer no siempre se debe guardar, eso no es sano — aseguro tanto para si mismo como para el.

Pese que ni Victoria, Chiara o Godric le hayan dicho a Gustavo el secreto de la rubia, él, lo sabe. Por eso hace sus intervenciones de madrugada, tratando de adentrarse en la mente de aquel que le hizo daño a las mujeres mas importantes de su vida.

“Más leña, al futuro incendio forestal” asi veía las cosas Gus.

Victoria al oir eso, se quedo quieta a unos escasos metros de sus amigos quienes se encontraban riendo, haciéndola sonreir a ella también.

—¿Ese es tu consejo? —le pregunto luego de unos segundos fingiendo que estaba hablando por teléfono, mientras Gus se la imaginaba en su mente, cómo estaría, sus gestos, cómo su cabello brillaría…

—No, luz de mi vida.

—¿no me darás uno?

—No, porque no necesitas escuchar un consejo de un psicólogo, psiquiatra o de algún especialista —respondió el, ya que sabía que en algunas ocasiones Victoria iba a terapia. Hecho que escondía, pero para Gustavo Caliz pocas cosas se ocultaban.

—¿Y que necesito, tavo? —Ese apodo tan infantil, pero a la vez dulce, transmitiendo como se sentía ahora con Gustavo.

—Tu necesitas las palabras de un amigo.

—¿Tu serias ese amigo?

—Tu amigo, tu compañero, tu amante, tu enamorado, tu novio, tu esposo, tu perro. Todo eso si quieres, Marik — aseguró, tragando saliva. Gustavo solo dejaba las palabras extendida porque a buen entendedor pocas palabras.

—Todo eso quiero.

Soltó ella, y se sorprendió, porque eso es algo que guardaba desde hace tiempo, desde que regreso de sus viajes. Porque pese a que Victoria no lo dijera en voz alta, la cercanía de Gustavo le agradaba.

El, al escucharla sintió un calor tibio de aquellos que te embriagan.

—Pues estaré cuando no me quieras ver, cuando me repeles, cuando me insultes. Cuando me grites. Me amenaces de las diversas formas que podrías lastimarme, cuando más me odies, porque eso solo significa que estaré para ti cuando mas me necesites, aunque no lo quieras admitir, Victoria.

Eso de alguna forma hizo que el corazón de Victoria sufriera, por lo rápido que bombeaba, y es que la firmeza con la que hablaba y su nombre al final de la oración. Era algo inefable para ella.

—Pero ahora si te lo agradezco, tavo, y ¿sabes que? Te quiero —dijo luego de unos segundos de silencio, a lo que Gustavo y ella no podían creerlo, estaban siendo abiertos el uno con el otro. No hay sarcasmo, ni ironias en ambos. Solo verdad.

—Yo más, Victoria Marik.

—¿Como no hacerlo? —inquirió ella haciendo una de las muchas bromas de el.

—Es imposible, ya lo trate.

—Por supuesto… ¿Tu? —Victoria le quería hacer una pregunta.

El tomó todo el aire que pudo.

Crisis de Estado (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora