Capítulo XXXVI.

28K 2K 987
                                    

Capítulo 36 | Me ama

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 36 | Me ama

Al día siguiente después de mi cumpleaños, desperté en una cama que no conocía, con mi cabeza sobre una almohada que empecé a identificar con el paso de los segundos.

El edredón era de el capitán américa. Lo que me hizo entender que estaba en mi antigua habitación antes de mudarme a un departamento diferente con mi hermano.

Estaba en casa de mis padres.

Además de que a mis dieciséis empecé a suplicarles por cambiar esa sábana de mi cama, después de todo ya no era un niño. Y por supuesto que Iron man es mejor.

Me removí entre sueños, seguro eran las seis de la mañana y tenía ganas de seguir durmiendo. Sin embargo, eso no fue posible, pues sentí un pequeño pinchazo en mi mejilla.

No respondí, lo que causó que el movimiento volviera, como un dedo índice presionando esa parte de mi cara. Di un manotazo al aire y enseguida oí una risita que conocía. Luego, volvió a pincharme.

Gruñí contra la almohada

—Eloise, si me sigues molestando le diré al coco que visite tu habitación esta noche.

—¡Esa cosa no existe!

Reí, al reconocer su desesperación. Abrí un ojo, encontrándome sus piernas en posición indio demasiado cerca a mi cara, seguí subiendo y divisé su sonrisa divertida a pesar de que le hacían falta dos dientes.

—¿Qué quieres?

—Mamá dice que bajes a desayunar.

—¿A las seis de la mañana? —froté mis ojos

Se encogió de hombros

—No entiendo muy bien el reloj en forma de vaca que está en mi habitación, pero la oí decir que son las diez.

Me levanté de un salto, quedando sentado

—¿Las diez? —puse una mueca—. Mentirosa.

—Tú verás si me crees, sapo con patas.

—Los sapos ya tienen patas, niña piraña —la molesté—. Tu insulto es lo más ridículo que he oído.

—Tu cara es ridícula.

Negué, conteniendo la sonrisa.

Eloise se enfadaba con ganas cada vez que alguien dudaba de sus insultos. Lo que me hacía reír, considerando que a veces se enojaba tanto que terminaba mordiéndome.

Me pasó hace un año y aún tengo la marca en el brazo.

Esta niña está más loca de lo que parece.

La miré, cansado.

—¿Sigues aquí?

Inclinó su cabeza, dudosa de sí misma

El brillo de las estrellas✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora