Capítulo 22: Velo

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Tertuliano pensaba que "El tiempo es un gran velo suspendido delante de la eternidad como para ocultárnosla"

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Tenía suerte con Hipócrates, a parte de no delatarme a Calanthe también tuve suerte en que manejase la situación a la perfección. Se la llevó a una sala y le pidió que preparara para secar unas hierbas, algo básico pero efectivo, estaría ahí un buen tiempo. A mi me encontró donde habíamos dejado a Panacea, rebuscando entre la ropa y las cosas. Parecía un topo escarbando en ese baúl. Llegué a encontrar un cuaderno y al empezar a leer las páginas sin descaro me di cuenta de que se trataba de un diario.

Fuimos esos niños de guerra que lo perdieron todo, desde un lecho familiar hasta una triste hogaza de pan. No teníamos más que las enseñanzas que nos dieron nuestros padres hasta el momento en que murieron. Hicimos lo que pudimos con lo que teníamos a mano. Sobrevivimos cada uno por su cuenta hasta que nos juntamos y aprendimos a sobrevivir en conjunto. Rune siempre tenía esa curiosidad por las cosas que yo admiraba, a veces era capaz de sorprenderse de algo que había visto un millón de veces. En ocasiones llegué a pensar que se trataba de un mecanismo de defensa por lo que había sufrido y otras me contagiaba de su entusiasmo, de sus ganas de ir más allá y descubrir nuevos horizontes. Qué tiempos aquellos, agridulces. Por un lado daría lo que fuera por volver, por otro el no tener a mi familia me provocaba mucho sufrimiento que quería evitar.

Rune también me enseñó a no conformarme aunque para él llegó a ser más una maldición que un don. Cuando nos encontramos éramos jóvenes, impresionables y sinceramente habríamos hecho lo que fuera posible por tener una vida mejor. De la nada empezamos a tener esa mejor vida con aquella familia que nos acogió, no sabíamos de donde habían salido pero les abrimos nuestro corazón y en agradecimiento a su hospitalidad les di en bandeja el control de mi ser, sin tan solo haberlo sabido de antemano. Conmigo enriquecieron, volvieron a sentir la gloria de tener dinero de sobra. Siempre me preguntaba por qué nos ayudaron pero intenté justificarlo con que eran bondadosos hasta que descubrí la razón de sus hechos. Les interesaba en especial yo, no sé cómo consiguieron descubrir sobre mi don cuando en realidad yo lo había descubierto hace nada. Entonces Rune pasó a ser nada más que un complemento, un motivo para que yo hiciera lo que ellos querían a través de sus palabras. Usaron con maestría su punto débil, esa manera de agradarles para escalar posiciones, la avaricia del que nunca ha tenido nada y que todo lo quiere probar. Yo como una tonta le hacía caso, sus excusas eran lógicas "un pequeño favor por esta agente que nos ha salvado" solía repetirme. Yo los hacía, si me mandaban buscar algo, usar las plantas en su beneficio yo iba como el perro que va a por la pelota que le es lanzada. Favor tras favor seguí, hasta que su botica creció hasta límites insospechados como la espuma en poco tiempo. Cuando ya lo tenían todo pasaron a otro tipo de investigación, pensaron que sería buena idea estudiarme directamente a mí. Como si fuera un experimento, un animal de laboratorio. No sé en qué momento decidí que eso sería bueno para mí pero no pasó mucho hasta que reventé, no aguantaba más y acabé peleada con todo el mundo. Fue una explosión de rabia potenciada por el estrés y un flujo constante de sueños que no conseguía entender. Llegué a mi límite, el de ese momento al menos, nunca fui consciente de todos los siguientes que tendría que alcanzar.

El relato me sonaba familiar pero modificado, tenía que ser de mi abuela que no quepa duda pero seguía sin saber dónde estaba. Sospeché de Panacea pero poco podría haberle sacado estando aun dormida. Mi única baza era el pobre de Hipócrates pero no me resistí a cotillear unas página más.

Sueños extraños - Sueño 1

El día que toque esa semilla algo pasó, no solo vi parte de su pasado, vi también parte de su historia. No entendía el interés que esa familia tenía por ella pero me hicieron escribir con sumo detalle todo lo que sentía y veía al tocarla. Normalmente era lo mismo, la macabra melodia temblorosa de una batalla en pleno campo, mucha sangre, muerte y drama, un triunfo que no llegué a ver. Debió de ser valiosa en su época esa planta, era lo que pensaba. Pero en uno de esos experimentos suyos bebiendo a saber qué potingue que me dieron (lo peor es que fui yo misma la que les trajo todas y cada una de las plantas para hacerlo) vi algo diferente, una joven que desde entonces me empezó a atormentar en sueños. Distintas historias con el mismo final, su muerte. Luego empezaron los siguientes sueños.

FLORA: El legadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora