Capítulo 26: Amenazas

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"No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo". contaba Mario Benedetti

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Aunque estábamos muy seguras una pizca de sospecha nos hizo seguir observando a nuestros supuestos ancestros. Por el momento todo parecía ir bien. También estaba Arlene que por activa o por pasiva era un enemigo potencial y tenía que volver a su época antes de causar mayores desastres A su vez por si no fuera poco nos llegaron noticias sobre su boda que se iba a celebrar en breves, a lo sumo una semana, se prometía mucho vino y pan a quien quisiera asistir. Con ello el descontento general de la población fue en aumento ya que sabían perfectamente que eso significaba pasar a ser subordinados de los Caristeas, algunos sucumbían a sus suculentas protestas de prosperidad a pesar de que se tratara de un agresor. Beth por otra parte no hacía más que recordármelo y volvió con las amenazas de que me mandaría a mi época. Aunque yo pensaba que si mi propósito era morir que así fuera, no era algo que me preocupara demasiado, había vivido ya demasiadas cosas traumáticas. Pero Beth no dejaba que aquellos pensamientos se fueran a materializar y siempre que tocaba el tema ella hablaba con suma cautela, se notaba mucha responsabilidad y preocupación contenida tras sus palabras. Yo solía contestar lo mismo, que encontraría la forma de venir de nuevo a lo que ella rodaba los ojos sabiendo que eso era prácticamente imposible si no tenía los conocimientos. Al menos obtuve algo de información de ella, siempre a medias por supuesto, no podía desvelar esa fórmula magistral por mi propio bien, o eso decía ella.

Para volver tenía que estar en el mismo lugar y a la misma hora en la que vine. ¿Cómo iba yo a saber que era el mismo lugar si era un campo a cielo abierto? ¿Y la misma hora? Algo imposible, aunque ella parecía del todo segura al afirmarlo.

Por otro lado con Panacea las cosas se habían calmado y su enfado menguó bastante para volver a la normalidad. En ningún momento mencionó que nos tendríamos que ir o algo por el estilo. La verdad que su hospitalidad era digna de mención, por lo general destacaba mucho de los afines a su época. Supongo que como siempre, tiene que haber alguien distinto para descubrir los errores de su propia sociedad. Era una persona acorde a sus principios y a pesar de dificultades y alguna que otra amenaza de parte del sacerdocio ella se mantenía firme en su labor y era querida por la población. A veces nos temíamos que no era consciente de los riesgos. Alguna que otra vez nos reunimos en petit comité para dialogar sobre el tema, pero Panacea al igual de terca que Beth y yo no tenía la idea de huir.

- Sabes que en el momento en el que los Caristeas tomen el poder a tí te van a perseguir ¿no?- Soy consciente - contestó Panacea con la mayor calma posible.- Pues no seas estúpida y vete, eres muy importante y tus conocimientos tienen que perdurar, da la impresión de que no eres consciente de nada - ésta vez hablé y me miraron con cierta desaprobación por haberla insultado.- No puedo abandonar a ésta gente.- Pero si no han hecho nada por ti. Solo te necesitan para que les cures cuando sus curanderos no lo consiguen. - No importa, ahí es cuando puedo crear un cambio, hacer que vean que su cultura llena de mitos falsos está anticuada, despertar un poco sus nubladas mentes.- Seguramente solo sea una minoría - al fin comentó Beth.- Con eso me basta.- Pero Panacea.. No tiene sentido que te den caza, si te matan tampoco podrás crear ningún cambio - yo seguí suplicando frustrada con sus respuestas.- No voy a moverme, soy fiel a la gente esté donde esté. ¿Quieres que me salve yo pero mueran otros?- Entonces hay que avisarles, crear una revuelta silenciosa, eficaz y rápida.- Creo que tengo una idea.

Mi idea era simple, con cada cuenco o bolsa que se llevara la gente vendría con un mensaje.

Retirarse a tiempo es victoria.

FLORA: El legadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora