Ya decía Joseph Campbell que
"La misma cueva a la que tienes miedo de entrar resulta ser la fuente de lo que estás buscando"✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽·✽
Hicimos un hoyo bastante potente pero nos costó con tanta planta alrededor y raíces. Cuando yo ya me había rendido Leo siguió con su cuchillo sin hacer parada alguna. Estábamos sudando aunque a diferencia de Leo yo ya había recuperado parte del aliento y me había limpiado las manos llenas de tierra. La mala noticia era que la luz se iba apagando y el sol se iba a poner en poco tiempo. Algún pensamiento fugaz de que todo ésto era parte de un engaño laborioso se me filtraba pero disipaba esos pensamientos con tan solo ver a Leo tan decidido. No quería distraerle con eso pero sabía que él también estaba algo estresado con la situación ya que cada vez se le veía más agobiado cavando, hasta que su rudimentario invento a modo de pala, es decir, el filo del cuchillo topó con algo. Entonces aumentó su velocidad como un loco hasta que consiguió ver una caja metálica, no era ni grande ni pequeña. Tenía un candado que tintineaba con movimiento de la caja.
- Era obvio que no iba a ser fácil - me dijo mientras me la entregaba.
El peso me hizo tambalear, por poco la suelto, pero conseguí aguantar hasta dejarla en el suelo. No tenía los músculos como para sujetar cajas pesadas. Es más me costaba sujetarme a mi misma.
- Tenemos que irnos ya, va a anochecer - me animo Leo. Yo cojo la caja y tú llevas el cuchillo.
Le hice caso y volvimos con la poca luz que quedaba y el miedo en el cuerpo de que algún animal nos pillara indefensos y desprevenidos. Por suerte no fue así.
Menos mal que Leo había improvisado un baño con agua para poder refrescarnos un poco. De unos salvajes pasamos a parecer gente más civilizada. Leo me dio ropa limpia suya. Me quedaba muy extraña esa camisa de leñador. Dudé si ponerme los pantalones que me dejó pero la camisa era lo suficientemente larga como para parecer un vestido. Lo dejé tal cual y nos sentamos a investigar. Comencé a mover la caja de lado a lado para escuchar si lo que había dentro era algo pequeño, grande o una mezcla. A mi juicio tras escudriñarlo y menearla en todas las direcciónes posibles no parecía tener objetos pequeños. Entonces Leo me la quitó con impaciencia acercándo algo metálico al candado. Para mi sorpresa eso funcionó al sonido de un click y saltando el candado. Alegre con su triunfo abrió la caja con expectación. No me dejó ver así que me levanté emocionada y me situé detrás suya. El dibujo de un hombre nos miraba. Saqué rápidamente todo y empecé a ojear.
- Oye - se quejó él.
- Si si, ahora te lo dejo ver - había tanto paisajes como personas, dibujados con sumo detalle.Leo me volvió a quitar los papeles para quedarse embobado en uno.
- Me suena este sitio.
- ¿El qué?Me entregó el dibujo y me pidió que me sentara. Cuando lo hice puso delante el mapa con las anotaciones y el dibujo al lado. Era el dibujo de una cueva esculpida en una roca.
- Esa roca me suena, creo que he llegado a ir e incluso entrar en esta cueva pero me parecía tan laberíntica que me dio miedo perderme y a parte me empecé a sentir raro, como mareado y con ganas de vomitar, salí pitando y nunca volví - confesó dejándome perpleja.
- ¡Entonces ahí tiene que haber algo!
- Bueno igual es una recopilación de dibujos sin más, a veces ella pintaba sus cosas.
- Pero si está aquí es por algo ¿no ves que todo está relacionado?
- Quizá lo esté..
- Por eso, mucha casualidad sería.. esto.. pásame el libro ese - le dije señalando el mismo libro que aparté con sumo cuidado por la página de los cristales.
ESTÁS LEYENDO
FLORA: El legado
FantasiUna chica que está acostumbrada a vivir en el bosque que se siente más atraída por la naturaleza que por la selva del betún inicia un viaje que la traerá a sus inicios más puros. una novela llena de intriga y viajes inesperados donde ni el tiempo ni...