Capítulo 24: Familias

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Un día Jonathan Safran Foer habló "Un día harás cosas por mí que odias. Eso es lo que significa ser familia"

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Teníamos que sacar a Calanthe lo antes posible del lugar, antes de que se despertara Panacea. Y a Amyntas llevarlo hasta Panacea. Podríamos usar a Hipócrates pero sin las órdenes de Panacea y sin tener que involucrarlo del todo iba a ser difícil convencerlo.

- A no ser..
- Qué - habló Beth.
- Has visto que Hipócrates no hace más que estar con Calanthe.. podríamos darles a los dos el suero que has traído y pedirle que se la lleve a los campos para que los vea ella. Y ahí ya.. al menos nos los quitamos de encima. Es algo que Hipócrates no va a negarnos.
- Si, podríamos empezar por ahí.

Cogimos algo del polvo mágico enamorador y lo echamos en un té de raíz de mandrágora muy diluido. Tampoco teníamos en mente dejarlos muy sedados ni utilizarla con la dosis del afrodisiaco, solo un poco calmante, sobre todo para Clanthe. Ocultamos el sabor con una base de té afrutado cítrico. He de reconocer que Beth sabía hacer bien su trabajo. Una vez terminado su rol entraba el mío de llevar ese té como recompensa por el buen trabajo.

- Hipócrates querido, os traigo algo para refrescaros, es un té cítrico ya enfriado. Habéis trabajado demasiado hoy.

Me miró extrañado pero no dijo nada. Calanthe se acercó danzando y sin meditar demasiado se tomó todo el contenido. Hipócrates lo olió como si estuviera en una cata de vinos. Mojó sus labios, luego la lengua.

- Noto un toque salado.
- Si, es una nueva receta que estoy probando. No serás tan grosero de dejar ese manjar que te he preparado.
- Si Hipócrates, como puedes ser así con Panacea, ha sido muy amable.

Con ayuda de Calanthe se lo bebió y suspiré a mis adentros aliviada.

- Y como habéis hecho mucho aquí igual deberías enseñarles los campos y cómo se cultiva el silfio. Es importante que ella conozca la plantación de su familia.
- Es una fantástica idea. ¿Nos acompañas Panacea?
- Eh.. yo no puedo. Tengo que atender a la gente que vendrá pero Hipócrates se los conoce igual o incluso mejor que yo, te lo contará todo - empecé a juguetear con las hierbas como si estuviera muy atareada - además tenemos más días y así vas entrando en materia.

Conseguí echarles de la casa para pasar al segundo objetivo.

- Entonces has mandado cartas a nombre de Calanthe a Amyntas.
- Si y él respondió. Es un hombre bastante sociable y amistoso. Con una visión muy efectiva de la realidad. También está muy presionado con el casamiento de Calanthe, no quiere ser una ficha de ese juego pero por el deber de obedecer a su padre haría lo que fuera.
- Y ella no sabe nada.
- Nada de nada.
- Pero al menos ¿ves que él quiere o intentará algo con ella?
- Pues como te dije, sigue las órdenes de su padre aunque gracias al desastre de Calanthe el padre está planteándose ese matrimonio. No la ve conveniente.
- Esto va a ser difícil.
- Pero no imposible. Solo hay que despertarla y a él hacerle venir aquí. También es bastante reacio a los curanderos de los templos y Panacea es la única un poco más racional. Solo hay que escenificar bien todo.
- Quieres decir.. que habrá que ¿herirle?
- No tanto, ni tú ni yo tenemos el don de la guerra. Probablemente nos hiriera él, hay que hacerle creer que está enfermo y mucho. Vendrá a por ayuda de su querida Panacea y encima con excusa sin que nadie sospeche, cuando eso pase le daremos un poco del elixir del amor a ella. Y vamos improvisando.

Parecía fácil pero no lo era. Para empezar él pertenecía a los hijos de la élite de la época y juntarse con ellos de manera casual sería complicado, para seguir tampoco iba a comer en lugares normales, el único modo de que interactuase era infiltrarse en las celebraciones o ser parte de sus sirvientes. Ser sirviente quedaba descartado, habría que trabajarlo durante años pero formar parte de su entretenimiento podría resultar efectivo.

- Hoy se que se va a celebrar una fiesta privada en casa de Amyntas. Es como una especie de "despedida de soltero" que quiere hacerle su padre. Me han dicho fuentes que.. bueno.. Igual ya se ha tejido un compromiso con una familiar de los Caristeas. Quieren hacerlo de manera secreta.
- Pero eso significaría nuestro fin. En el futuro o ahora. No se como va esto realmente.
- Yo tampoco pero tenemos la oportunidad ahora. No hay más.

Era un sacrificio que teníamos que hacer. Infiltrarnos ahí como parte del personal de entretenimiento. Beth sería como una especie de Hetaira y yo su ayudante. Era muy extraño ver a mi abuela de joven pero más aun verla con esa ropa. Se empeñó en buscar algo de ropa que le dejara carta al misterio pero aun así, estar con el cuerpo medio descubierto no era algo que necesitara ver. Al menos se notaba que lo había pensado de antemano, trajo cintas adhesivas para pegarse la ropa de tal modo que cualquier movimiento que hiciera no le dejaría descubrir más de lo necesario. Yo iba medio normal, con un velo que podría usar para cubrirme el pelo y cara si fuera necesario.

Ya había atardecido y no había ni rastro de Calanthe y Hipócrates. Tampoco Panacea se había despertado así que nos fuimos al lugar de encuentro. Nos iba a infiltrar la hetaira que habló con Calanthe cuando la llevó hasta Panacea en mi sueño. Su modelito era obviamente mucho más revelador. Sin embargo su ayuda era imprescindible y muy importante. Sin ella no se cómo lo podríamos haber logrado.

Una vez dentro había demasiada gente pero entre sirvientes, gente del teatro, hetairas, guardias y grupitos de mujeres chismorreando Beth vio a Amyntas muy distraído y tímido en comparación a todas las descripciones que había escuchado antes. Y yo por desgracia vi a aquella mujer que me había cogido presa nada más llegar. Los Caristeas también estaban ahí. Tenía que avisar a Beth.

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FLORA: El legadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora