Construimos una coraza para protegernos de aquel mundo que tanto nos había golpeado, en diferentes situaciones, pero con el mismo dolor. Cuando llegue a tú familia, solo siendo una niña, marcaste la línea de indiferencia y nunca recibí más que eso...
*Acá les dejo una imagen de Yejun para que se hagan una idea de su rostro*
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Los labios de Yejun se separan lentamente de los míos, al momento en que ambos no logramos contener más el aire; podia sentir como estos lentamente comenzaban a incharse debido a las mordidas disimuladas que él me había dado, el calor también había comenzado a subir a mis mejillas ante su repentina acción, que además, me había tomado completamente desprevenida. Yejun se aleja un poco mientras nuestras miradas se quedan fijas, este sube su mano derecha a mi rostro para luego acariciar el pómulo de mi ojo izquierdo, el cual aún se mantenia ligeramente morado ante el golpe que había recibido ahí.
Sin poder evitarlo aparto mi mirada inquieta de él, tratando de salir del agarre que su cuerpo y brazos me habían hecho contra la pared, no obstante él no se mueve, poniendo una ligera resistencia que hacia de su fuerza superior a la aún debilitada mía, dejándome completamente inmóvil.
—¿Que haces aquí? Sabes que a Hyung no le gusta que nadie venga a esta parte de la casa.—Yejun me pregunta, aún sin apartarse. Su rostro estaba a centímetros del mío.
—¿Crees que no lo sé? apártate y vamos a hablar a mi habitación, además, ¿en que momento llegaste? no te escuché venir.
Yejun coloca su mano en la nuca, frotando la zona un poco inquieto.
—Llegué no hace mucho, venía a verte así que al entrar a tu habitación no estabas ahí, me preocupe y salía buscarte, pero honestamente no creí que te encontraría por aquí, ¿que hacías? —Este me pregunta curioso, aún acariciando mi rostro.
Una parte de mi quería apartarlo e irme a descansar, pero la otra no podía hacerlo. Pese a toda nuestra desastrosa historia, aún tenía cariño hacia él, y actuar indiferente no era algo que podía lograr en su contra.
—Escuché ruidos en esta parte de la casa, así que solo salí a asegurarme que no era un invitado perdido, y luego llegaste de la nada, acechandome como un animal en celo. —Esto último lo digo con un tono más suave, soltando una sonrisa leve.
