🤍 Capítulo 4❤️

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Una tarde en el Light World

Y este es el único restaurante del pueblo “QC's Dinner”. -Anunció Susie parando frente al local.

¡Ah! ¡Es muy lindo! -Sonrió el más pequeño recorriendo el lugar con su vista.

Y aburrido. -Agregó la morada rotando sus ojos. —Como sea, tengo hambre así que entremos.
Fue nuestra compañera morada la de la iniciativa de entrar al lugar.

Las cosas iban bien.
Entonces...
¿Qué es esta sensación de que algo va a acabar mal?

El restaurante estaba algo lleno. Como  ya era algo tarde, las monstruos que salían del trabajo se reunían ahí junto a sus hijos. El bullicio era algo molesto para mí, terminé sufriendo un pequeño dolor de cabeza.

Mis amigos se acercaron a la barra para poder hacer los pedidos, yo, en cambio, me dirigí a la única mesa libre negándome a pedir algo.

¡Aquí estamos! -Anunció el chico suavecito dedicándome una cálida sonrisa.

Él se sentó a mi lado, Susie alante.
Por mi parte, solo cruzo mis brazos para apollar mi cabeza en ellos.

Entoces... -Empezó Susie buscando un tema de conversación. —¿Cómo le va a Lancer?

¡De maravilla! -Afirmó Ralsei.

Tengo conciencia de que la plática duró mucho más que eso.

Pero, simplemente, no logré prestarles atención.

La mesa en la que estábamos, era la misma en la que mi hermano y yo pasábamos las tardes de domingo luego de la ruptura de mamá y papá.

Sentí mi garganta, al instante, anudarse, la melancolía se hizo presente, mi pecho estaba pesado. Para evitar preguntas que no quería, oculté mi rostro más entre mis brazos y
.
.
.
Todo quedó en silencio y oscuridad.

Me sumergí en mi mundo, no queriendo pensar más en los recuerdos del pasado, esos momentos felices que deseo revivir a sabiendas de lo imposible que es.

Vaya, vaya. ¿Kris, estás bien? -Mi trance acabó con la suave voz de Bonnet, la coneja que atiende  el local, acompañada de mimos en mi cabeza, la cual fui liberando de su escondite hasta quedar viendola a los ojos.

Ella sonrío, pero las miradas preocupadas de mis acompañantes se posaron en mi persona.

Encuanto a tí... -Se dirigió a Ralsei, a la par repartía las órdenes dejando frente a mí un chocolate caliente que no pedí. —No tuve tiempo de decirte antes, pero no eres de por aquí, ¿verdad? Sabe, te pareces mucho a Azzy. ¿Es por eso que estás algo decaída Kris?... El chocolate va por la casa. -Dijo al ver mi intención de devolver la taza.

Antes de poder volver a decir algo más que me incomodase, alguien la llamó para hacer su pedido y ella tuvo que atender.

Un silencio incómodo se mantuvo entre nosotros tres.

Susie y Ralsei me miraban.
Yo miraba al chocolate caliente frente a mí.
Quiso ser amable conmigo, sin darse cuenta que empeoró la situación.
Sin darse cuenta, hizo que mis ojos se humedecieran.

Todavía duele. Pensé.

K-Kris. -Fue el príncipe oscuro el que se decidió a hablar. Un sorbo del cálido líquido recorrió mi garganta. Cerré mis ojos. —Realmente... ¿Cómo estás?

Hice con mi mano un “OK”

¡Joder! No aguantaba más las ganas de llorar. Ese horrendo nudo en mi garganta no me daba chance de respirar, si hablaba mi voz se oiría tan rota.

Ambos suspiraron.

La conversación siguió, no como antes para mí mala suerte puesto a que trataban de incluirme.
Tampoco se percataron de que me incomodaba eso.

Luego de un rato, me percaté de que ya era hora de regresar a casa.

Oye. ¿Dónde te quedarás? -Preguntó Susie, mientras salíamos del pequeño restaurante.

¡Ah! No pensé en eso. -Contestó, sonrojado. Rascó su cabeza en gesto de confusión.

Agarré la manga derecha de su vestimenta atrayendo su brazo a mi cuerpo.

Capta, por favor... No me sentía nada bien. Mi alma palpitaba con fuerza contra mi pecho, dolía, solo quería ir a casa y dormir.

¿K-Kris? -Ralsei me miró unos segundos con duda.

Confío en tí, vamos. Apretando su muñeca con fuerza, me encaminé a mi casa.

Ambos nos despedimos de Susie ya luego de unos pasos.

{•••}

Llegué. -Anuncié entrando, mi voz sonó baja. Aún sentía que terminaría llorando.

Mamá contestó desde la cocina: —Hola, mi niña. ¿Cómo te fue?

Casi arrastre al albino hasta el principio de la cocina.

Oh, Kris, trajiste una amiga.

S-Soy chico. -Murmuró mi “amiga”

¡Oh! Perdona pequeño.

Está bien. -Le restó importancia con una sonrisa.

¿Eres un turista? No recuerdo averte visto antes.

Ralsei se sobresaltó.

Es un estudiante nuevo. -Dije lo primero que se me ocurrió. —Tubo problemas con su equipaje y lo perdió todo. ¿Puede quedarse con nosotros?

Siempre que sea un buen niño, sí. -Nos habló mamá con su voz materna y amable. —¿Cómo te llamas pequeño? -Se dirigió, llena de su característica dulzura, a quien ahora acogeriamos.

Ralsei... Un gusto. -Contestó con cierta timidez.

El gusto es mío, mi niño. Yo soy Toriel y veré que puedo hacer con lo de la escuela. Además creo que tengo ropa que te sirve.

Sí, muchas gracias.

Aquí sobro.

Deben de estar cansados y hambrientos. Vamos laven sus manos y vamos a comer.

No tengo hambre, iré a dormir. -Dije llendome antes de que mamá dijera algo.

Ya no era solo el dolor del recuerdo y la maldita nostalgia. Mi cabeza se sumó a provocar malestares a mí. Me dolía, dolía mucho.

Dejando a ambos mirándome con una mezcla de confusión y preocupación, subí al cuarto y a mi cama me lancé, tapándome hasta la cabeza con las sábanas.

~Continuará~

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