AZRAEL BAUER
Pensar en una futura separación solo me genera un tormentoso dolor de cabeza, pero sería muy estúpido de mi parte pensar que después de este día nada malo podría pasar. Sucederá todo. Sin embargo, estoy tratando de concentrarme en todo lo que está sucediendo en estos momentos, como sostener su mano mientras conduzco y él solo se concentra en observar por la ventana. Sí, solo quiero enfocarme en esto, en nosotros.
Ni siquiera soy capaz de controlar mis aceleraciones cardiacas teniendo mis dedos entrelazados con los suyos, sus manos son suaves y delicadas que me hace sentir inquietante, pero extremadamente cómodo.
El día se estaba acabando demasiado rápido, me gustaría detener el tiempo por unas horas más.
Dejo salir ese aire acumulado en mi pecho, estaciono el auto cerca de la entrada del parque de atracciones. Giro hacia Jaiden; esa sonrisa plasmada en sus labios me hace tener la fuerza suficiente para continuar. Bajo del auto rodeándolo hasta llegar a él y abrirle la puerta, antes de que siquiera considerara bajarse me aseguro que esté abrigado porque las temperaturas están considerablemente extrañas.
Claramente está usando uno de mis abrigos y no puedo evitar reírme sutilmente; es pequeño y delgado usando ropa que le dobla en su tamaño, incluso cuando sostengo su mano, siento que podría romper sus dedos si tan solo apreto un poco, incluso su rostro queda perfecto entre mis manos.
Un carraspeo suyo me hace salir de mis pensamientos. Bajo la mirada encontrándolo con una mirada curiosa y ese tono rojizo impregnado en sus mejillas, aunque en esta ocasión es especialmente ocasionado por el frío.
—¿Por qué me mira de esa manera? —suelta una risa bajando la cabeza mostrándose sutilmente avergonzado—. Me siento raro y creo que aún no me acostumbro.
Últimamente lo veo de tantas maneras distintas.
—¿De qué manera te estoy viendo?
De antemano conozco la respuesta correcta, pero me gustaría ver su manera de percibirla. No lo sé, quizás lo percibe de una manera muy distinta a la que he querido manifestar y eso sería jodidamente malo.
Él suspira mirándome fijamente.
—Bueno: se queda en silencio mirándome fijamente y de la nada en sus labios aparece una sonrisa que quizás no es amplia, pero es una sonrisa que parece demostrar mucho más de lo que dice. —Esboza una media sonrisa acercándose a mi rostro que llego a darme cuenta que se pone de puntillas para estar más cerca—. Es esa clase de mirada que le das a una persona de la que estás enamorado, ¿cierto? Siempre he escuchado que las miradas transmiten más que las propias palabras y en este caso, sus ojos son incapaces de mentir. —En este preciso instante se me hace completamente difícil no tener una sonrisa. De esas que acaba de describir. Una sonrisa que le das a una persona de la que estás enamorado. Me inclino aun más a su rostro que nuestras narices se rozan, pero antes que pudiera decir algo, es quien lo hace—: ¿Realmente este enamorado de mí?
Me contengo un poco más de esta necesidad a besarlo.
—¿Por qué aún lo dudas? —musito—. ¿No he dado ya suficientes pruebas? Lo estoy. Demasiado.
Ríe dejando de lado la distancia entre nosotros envolviéndome en sus brazos. Esto me toma tan desprevenido que me estremece tenerlo rodeándome, más aún cuando todavía está nervioso con el tema de que alguien pueda reconocernos y agrandar el problema de nuestra situación. Sin embargo, está dejándose llevar por el momento sin importarle nada.
—No lo dudo —murmuró contra mi pecho. Alza la mirada—: solo quería escuchar que me lo dijera nuevamente. Se siente bien. Es agradable. Entonces se convierte en un círculo vicioso el tener que escucharlo seguido.
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La teoría imperfecta del amor
Teen FictionAzrael siempre ha tenido una vida complicada, quizás se le complico aun más cuando su mejor amiga murió o quizás siempre fue así solo que ella lo hacia sentir todo de una mejor forma. A pesar que desde esa muerte él ha sido completamente distante d...