Capítulo 20

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AZRAEL BAUER

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AZRAEL BAUER

Vaya, está sucediendo exactamente lo que más temía y lo que menos quería para Jaiden. Toda la situación me hace sentir tan miserable de haberlo metido en esta situación, cuando fácilmente pude haberlo evitado manteniéndome al margen reprimiéndome. A este punto, Mark tiene razón: mi impulsividad y mi nula paciencia me están cobrando factura, pero ni siquiera me molesta si es solo conmigo... Lastimosamente también lo están haciendo parte del problema. Jaiden es completamente inocente de los sentimientos que me provocó llevándome a la necesidad de tenerlo conmigo.

Sin embargo, a pesar de todo, me sorprende que aun sabiendo cómo están pasando las cosas; él confía en mí.

Joder, solo lo estoy defraudando.

Esto apenas es la punta del iceberg.

Bajo la mirada afianzando mis brazos alrededor de su cuerpo mientras duerme tranquilamente a pesar de todos esos relámpagos que no han parado desde que inició la tormenta. Mi mano se mueve por voluntad propia sobre su cabeza, acaricio su cabello inhalando ese aroma a chocolate que desprende y que logra llegar hasta mi cerebro. No me considero una persona con interés por lo dulce, menos los aromas; pero en él es una dulzura de la cual no me importaría ser adicto al punto de adquirir diabetes. Me encanta como mis dedos se deslizan con tanta facilidad entre los mechones, que me da más satisfacción la suavidad que posee.

Jaiden es como un algodón de azúcar.

Claro que lo es. Es mi algodón de azúcar

Paso la yema de mis dedos por esas marcas ya cicatrizante de sus muñecas y esos moretones casi inexistentes. Aunque no me dijera directamente lo que sucedió, me hago una idea de los que pudo haber pasado. Entiendo que todavía se sienta muy inseguro de confiar en mí, probablemente no le he demostrado como se debe, que pude depositar toda su confianza en mí.

Aun así, voy a esperar el tiempo necesario hasta el momento en el que quiera sentarse frente a mí para soltar todo aquello que lo está molestando.

Exhalo tomando las sabanas acomodándolas sobre nuestros cuerpos, sobre todo para que no sienta el frío de las temperaturas bajando tan bruscamente como es común, más que todo no quiero que esté enfermándose. Jaiden se mueve descansando su brazo sobre mi pecho al igual que su cabeza. Sonrío dejando que se acomode a su gusto y una de sus piernas queda sobre las mías. Bajo la mirada a su rostro a escasos centímetros de mí: sus labios ligeramente entre abiertos, teniéndolo así de cerca me doy cuenta que su rostro es mucho más fino y suave de lo que había notado antes.

Acaricio cada una de sus facciones con el cuidado de no despertarlo, paso mi pulgar por el contorno de sus labios. Es que, joder, es una gran tentación tenerlo así de cerca y no besarlo.

—Dios, eres tan precioso —deposito un beso en cada una de sus mejillas, frente y uno muy corto en la comisura de sus labios.

Tan solo mírate.

La teoría imperfecta del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora