Capítulo 16

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JAIDEN MÜLLER

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JAIDEN MÜLLER

Aprieto los labios desviando la mirada hacia cualquier punto del pasillo porque esos ojos acusadores de Ellie están empezando a ponerme incómodo y ni que se diga de ese tipo de mirada que está dándome Nil. No sé, es como si hubiera cometido un crimen y ambos los hayan presenciado.

Ellie se acerca los pasos que nos mantenían con una distancia, su mirada me recorre de forma minuciosa deteniéndose específicamente en lo que llevo encima. Entrecierra los ojos sosteniendo los bordes del abrigo pasando su mano por toda la textura.

Carraspeo moviéndome a un lado.

—¿Qué sucede? ¿Por qué están mirándome de esa manera?

Cruza los brazos esbozando una sonrisa torcida.

—El abrigo es muy bonito —juguetonamente pasa su mano por mi cabeza alborotándome el cabello—. ¿Quién te lo dio?

Lo sabía.

Joder, sabía que me diría algo al respecto.

Entiendo, se van unos minutos y al siguiente estoy con un abrigo completamente distinto, sumándole que es el doble de m tamaño. No es broma que soy un enano comparado a él, a su altura y musculatura; creo que es capaz de cubrirme el rostro con una sola mano.

—Entonces...

—El profesor suplente.

Con solo eso Ellie amplio su sonrisa cruzando los brazos; sin embargo, la reacción de Nil fue completamente lo opuesto: esa ligera sonrisa que tenía hace unos minutos desapareció completamente y su postura se puso tensa moviéndose de un lado al otro pasándose las manos por la nuca. Nil se está comportando algo extraño, empezando por ese abrazo efusivo con la excusa de darme calor, normalmente es reacio a las muestras de afecto y es brusco cuando somos "cariñosos" con él.

Como que últimamente está entrando en etapas de cambios de humor radicales, ¿o cómo es posible que de estar bien pase a molesto en segundos?

Ellie se aclara la garganta haciendo que aparte la mirada de Nil enfocándome netamente en ella.

—Así que el profesor suplente es un caballero —ríe asintiendo con ligereza dándole un golpe en la nuca a Nil—. ¿Por qué pareces molesto? Ya no hay que preocuparnos por nuestro pequeño, tiene un buen novio.

—¡No! —niego rápidamente sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo y como mis pulsaciones se aceleran de pronto. No puedo evitar pensar un poco en ese roce de labios que tuvimos en el salón de clases; fue tan imprevisto incluso para mí. Por un momento si tuve miedo del como fuera a reaccionar que solo salí corriendo de ahí—. No, no es mi... no es mi...

—¿Novio?

—Si. No lo es.

—Oh, entonces solo eres su estudiante favorito.

La teoría imperfecta del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora