⭐Tres⭐

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Jimin caminaba por la calle atochada de gente, de vez en cuando pasaba a traer a las personas con sus hombros, todos corrían, él no entendía cómo la civilización había cambiado tanto, la última ERA había sido la más complicada, cuando llegó la tecnología fue un abrir y cerrar de ojos.

Llegaron a la biblioteca donde los tres trabajaban, se hacían pasar por egresados de literatura, pero necesitaban estar en un lugar tranquilo, así que decidieron trabajar en una universidad prestigiosa de Seúl. "The Academy" literatura antigua.

Jimin amaba la lectura, y devoraba cada libro que llegaba, sea de lo que sea, Tae y Jin trabajan junto a él, diseñando los afiches para interesar a los chicos con actividades,  era un trabajo tranquilo, que los mantenía bastante ocupados.

Jimin sabía que estaba en fechas de por fin volver a su hogar, aunque no lo conocía, se aproximaba la luna mágica después de quinientos años, y debía estar bien protegido porque no podría evitar que se transformará y así llegarían todos en su busca,  era un riesgo.

Había descubierto que su protector trataba de conectarse con el pero lo tenía bloqueado, no quería tener conexiones sentimentales, no era el momento para eso, no podía darse el lujo de un amor porque él sabía que esa conexión podría tenerla solo con su primer guardián, y lo había esperado tanto, y ahora tenía miedo de todo, aunque no sabía quién era, si era hombre o mujer , solo sintió su presencia al nacer hace veinte años, y lo bloqueó de inmediato.

En sus meditaciones diarias podía sentirlo a veces, tenía un gran poder sensorial, le encantaba la sensación de libertad que experimentaba, su corazón galopaba extasiado cuando corría, al parecer era lo que más le gustaba, amaba sentir eso, porque él estaba enclaustrado en una ciudad llena de gente y aún más que no podía ser libre, odiaba usar los lentes de contacto, y usar el hechizo diario de su pelo corto, no había visto su cabello desde el día de la luna nueva, cuando tuvo que ocultarse hace dos semana.

A veces sentía y se perdía, sabía que lo único que hoy podía hacer era ocultarse de todo y todos, que difícil para un ser tan magnífico como él, quería derribar guerras, quería dar vida como su naturaleza lo llamaba para fecundar la tierra, lloraba por las noches cuando la tierra temblaba por falta de agua, la naturaleza sabía que él existía pero el hombre no, y no podía revelarse, era demasiado para este planeta.

Antes cuando todo era casi perfecto, podían disfrutar de la libertad, podían caminar con sus cabelleras al viento con los pies descalzos.

Cuando no existía nada más que vivir  y todo estaba equilibrado, las anteriores estrellas había sido afortunadas porque habían vivido en paz, el vino a nacer en un mundo de caos, un mundo imperfecto, pero conocía a la perfección la paz del hombre y el amor que había visto en los niños, el cariño humano y todo lo que conocía de ese sentimiento lo había visto en el transcurso de los años.

Amaba a sus dos protectores eran sus fieles amigos y leales compañeros, pero él sabía por todo lo que había visto que ese amor que él tenía guardado y no había experimentado nunca, estaba a miles de kilómetros esperándolo, o quizá vendría a el, pero así como lo hacía fuerte también lo haría débil y eso lo atormentaba.

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Jungkook estaba en el suelo, sudando y herido.

Jackson había golpeado su estómago tan fuerte que vio luces de todos los colores y perdió la respiración.

_¡Concéntrate! —  grita Lisa. —¡Vamos Kooki!

Jackson la miro riendo.

—Ten piedad, amor — gritaba Lisa, hablandole a Jackson.

—Nadie tendrá piedad de él cuando quieran matar a la estrella, debe estar preparado, — grita Jackson.

Jungkook empuña sus manos, escuchar decir a Jackson que nadie tendría piedad le llenó de miedo el corazón, él era el primer protector no podía dejar que nadie dañará a su estrella.

La estrella del SurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora