⭐Dos⭐

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Había pasado una eternidad. Las ciudades se habían levantado y el cemento en esta tierra predominaba con sus ruidos, luces y grandes edificaciones, todo parecía ser más fácil,  ya no se sembraba, el agua no corría como ríos entre los pueblos, todo estaba alejado en los bosques del norte y del sur donde algunos nómadas habían dejado la ciudad para vivir más libre.

Slaanesh vivía en la cúspide del Edificio Centenario en el centro de Seúl,  ahí junto a Min Yoongi su mano derecha discutían, llevan siglos tratando de encontrar a la estrella del sur para poseerla, Slaanesh deseaba tener a la estrella, entre sus deseos más oscuros, aquellos que solo él podía digerir, quería la virtud y la fertilidad de La estrella para armar su enorme ejército de monstruosidades, y así enfrentar a sus otros tres hermanos.

—No me vengas con mierdas Min, hace dos  semanas que se presentó,  lo buscas con tus nuevas pistas y no tengo los resultados. ¿Dónde está? ¿dónde mierda está? Lo sentiste igual que  yo ¡Cómo se les pudo escapar!

Cuando lo mira a los ojos, la piel blanquecina de Min comienza a quemarse, el dolor es intenso, pero Min no sé queja, lo merece.

—Si no lo traes te quemaré vivo y no podrás volver ¡Entendiste!

Yoongi se sacudió la cabeza.  El era un brujo número dos, último descendiente de la tribu Hamgyong  tenía el poder de volar, de regenerarse y una gran fuerza. También podía hacerse pasar por cualquier persona.

Le había pedido a Namjoon y Jhope que tratarán de seguir la huella que estaba ahí latente pero no lograban saber dónde en realidad estaba, sabían que sería una persona iluminada,  que solo se podía revelar al salir la luna llena, ya que podía desintegrarse y volverse miles de partículas y así trasladarse dónde quisiera.

Sabían que era de tez blanca y ojos amarillos y el pelo era blanco, nada más que eso, y como encontrar a una aguja en un pajar  había vuelto después de la caída y quema del bosque donde estaba escondido, no alcanzó al brujo número uno Hyun- bin  que lo subió a su cisne negro  y lo deslizó por el cielo haciéndolo desaparecer en un embrujo poderoso,  algo que el no podría hacer, no tenía las habilidades.

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Jungkook corría por el bosque, solo con un shorts , pies descalzos y su enorme cabellera negra con trazos rojos que le llegaba a la cintura. Corría velozmente sintiendo todo a su alrededor, de niño Kook fue especial, había nacido con la marca de la estrella y había sido protegido desde entonces por la pequeña tribu de los Jeon, eso hace veinte años.

Había aprendido de su madre, descendiente directa del clan Jeon todo lo que tenía que saber sobre el ser que los salvaría ya que su destino era protegerlo.

Había adquirido muchas habilidades, pero la que más le gustaba era la capacidad de poder sentir todo a su alrededor a través de su cuerpo. La vellosidad diminuta en él era sensible al viento, al sonido, podía distinguir muchas cosas con las vibraciones. La meditación lo había llevado  a otros niveles, pero no podía comunicarse con la estrella, la había sentido,  pero al llegar a ella su conexión se borraba.  Madre le decía que la estrella lo buscaría cuando estuviera listo. La estrella debía esconderse porque  podía ser descubierta.

Mientras corría sentía el viento y todos los animales a su alrededor sus ojos se intensificaron cuando sintió el llamado de su madre, frenando en seco, su corazón latía a gran velocidad, amaba esto, está libertad era para él lo más preciado, sabía las historias que  contaban sobre la gran ciudad y el Dios Slanech, él conocía  todo, y mañana sería el día en que se convertiría en Brujo y recibiría el amuleto.

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Jimin dormía plácidamente en su habitación.

—Despierta Jimin,  debemos ir a trabajar —le decía Tae,  mientras se reía del puchero que su amigo hacía.

La estrella del SurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora