Negociemos

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Lentamente se movía por mi vagina, recorriéndola a deleite, con la vil y maliciosa intención de acallar mis quejas y envolverme en el éxtasis que él me generaba con sus caricias ¿Y cómo no caer? Si nunca sentí una caricia que me estremeciera tanto como la suya.


- Se siente bien – susurré en un jadeo envuelta en el placer que su lengua despertaba en mí, el cual me recorría como el oleaje de un mar que lentamente se mueve hasta inundarlo todo.


- ¿Me detengo? – preguntó coqueto aprisionando en sus labios mi clítoris y presionando justo en el centro de este con su colmillo, generándome un muy sutil y delicioso dolor que me hizo estremecer.


- No... – gemí extasiada, moviendo mis caderas en su boca, desesperada por acentuar el contacto.


- Golosa – se burló sonriente, para luego chupar mi clítoris mientras su dedo entraba lenta y profundamente en mi interior, imponiendo en mi cadera un ritmo calmado que poco a poco se iba acelerando al igual que la succión en mi clítoris.


- ¡Oh sí! ... – gemí sin preocuparme de nada, raspando con mis uñas la piel del asiento - ... más – supliqué y en respuesta él soltó mi clítoris, sustituyendo su boca por su dedo que lo frotaba y presionaba con fuerza, mientras yo me contorsionaba a causa del placer que bombardeaba de mi centro y se esparcía por todo mi cuerpo.


- ¿Te gusta? – preguntó risueño y yo asentí perdida en el palpitar de mi cuerpo, él sonrió al verme y coqueto llevo sus labios hasta mi entrada, moviendo su lengua como quien come una barquilla, lamiéndola intensamente y succionando el néctar que manaba de ella para luego introducir su lengua en mi interior, alternando entre lamer y chupar todo a su alrededor.


- AAAAHHHHHHH – jadeé, sintiendo como poco a poco me acercaba al orgasmo, pero él no me dejó, porque cuando lo notó bajó el ritmo de sus lamidas, me miró coqueto y burlón y luego comenzó a lamer de nuevo mi interior, sorbiendo todos mis fluidos y succionando meticuloso toda la carne sensible de mi vagina, lo que rápidamente me elevó de nuevo.



...



- ¡ERES MALO! – jadeé llorosa, tras sentir como repetía la misma acción, de bajar el ritmo cuando estoy a milésimas de segundos de mi orgasmo.


- Te ves hermosa haciendo pucheros – pronunció burlista a la vez que contorneaba con su lengua toda la anatomía de mi vagina.


- ¡No te burles! – me quejé mientras disfrutaba del recorrido de su lengua.


- ¿Quieres acabar? – preguntó malicioso y yo asentí deseosa – Entonces ... ¿Qué te parece si negociamos? – lo miré confusa.


- ¿Negociar? – dije mirándolo irritada ante una palabra tan extraña en un momento en el que yo solo deseo una sola cosa, él la sabe, no me la da y yo me estoy empezando a cabrear.


- Si pequeña ... - dijo calmado mientras chupaba mi clítoris, haciendo presión con sus dedos en el centro de este, lo que nubló mi cabeza y me hizo caer dócilmente en su juego.


- Lo que quieras – gemí ansiosa, sintiendo como lentamente mi orgasmo volvía a comenzar a asomarse y estaba vez no quería dejarlo ir sin importar que.


- ¿Cómo dices? – preguntó fingiendo no entender, lo que normalmente me irritaría, pero que, en este momento, en el que sentía como sus uñas se deslizaban lenta y traviesamente por mi espalda, enchinando mi piel y haciéndome estremecer, tal actitud de él no podría importarme menos.


- ¡QUE HARÉ LO QUE QUIERA, PERO SIGUE! ¡Por favor, SIGUE! – exigí entre temblores ocasionados por el cosquilleo que sus uñas me generaban al rasguñar mi espalda, en combinación de su lengua que trazaba círculos en el contorno de mi entrada y yo no podía más que implorar en mi mente porque entrara de nuevo en mi interior.


- ¿Segura? – preguntó tentador como el vicio que te induce a caer ante él, pero que se quiere asegurar que deseas caer y en este punto yo solo quiero caer en la tentación.


- Sí ... – susurré concentrada en como su lengua entraba superficialmente en mi abertura, tentándome con su calidez para rápidamente salir, dejándome con hambre de más – ¡SÍ! Por favor ... - rogué acercando mi sexo a su boca y empujando su cabeza con mi mano hacia mi abertura, deseosa porque terminara su labor.


- Si así lo quieres ... - pronunció triunfal sorbiendo sonoramente mi néctar que manaba descontrolando, como si ansiara ser bebido por él - ... entonces tenemos un trato, mi pequeña – y tras decirlo se dedicó por completo a lamer el contorno de mi vagina, bebiendo todos mis fluidos.


- ¡Oh, Enmanuel! ¡Se siente rico, muy rico! – pronuncié entre jadeos, incapaz de pensar en algo mas que en su lengua.


- Y sabe aún más rico ... - dijo morboso, con una voz ronca, áspera y muy cálida, la cual me hizo sonrojar – ... Tan rico que quiero más – y tras decirlo introdujo de nuevo su lengua, pero esta vez más profundo, girando alrededor de mi interior, palpándolo, estremeciéndolo y arrastrándome de nuevo al borde del orgasmo.


- ¡Ya viene! – grité presa en la euforia del placer.


- Sí pequeña, siéntelo – pronunció sorbiendo con su lengua mis fluidos desde el interior, mientras con su dedo rasguñaba con intensidad el centro de mi clítoris, generándome en leve dolor que me supo delicioso y que sirvió como el detonante que me hizo acabar en su boca, sintiendo como mientras yo me convulsionaba de placer el chupaba todos mis fluidos.


Podía oír como los sorbía y ese sonido se sentía tan morboso que me estremecía aún más.


- Exquisita – dijo malicioso tras terminar de beber mi orgasmo, mirándome con sus labios húmedos, usando su lengua para limpiar los residuos de mi humedad que choreaban por estos.

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