A Solas de Nuevo

1.3K 52 8
                                    


6



Me quedé en el baño hasta que finalizó la hora de clase, cuando sentí los pasos de los estudiantes acercándose me escondí en los sanitarios, por si alguna de mis compañeras entraba, pero nadie de mi clase entró, si lo hizo, no habló, porque no reconocí la voz de nadie. Esperé los diez minutos propios del receso y luego dejé pasar otros diez, dando chance a que el profesor y los alumnos estuviesen en el salón para cuando yo entrara.


Me vi al espejo antes de salir del baño, tenía la cara hinchada y el maquillaje desecho -la cara se me deshinchará al rato– pensé, tratando de distraerme de mi enojo para evitar volver a llorar, me enfoqué en desmaquillarme y volver a maquillarme -gracias a Dios traje todo el maquillaje que usé en la mañana- Salí del baño aún enojada y entré al salón...


- Permiso, disculpe la demora Profesor David, ¿puedo pasar? – cuando no se trataba de Enmanuel yo era una estudiante normal y respetuosa con los profesores, pero como respetar a alguien que no me respeta a mí.


- Pasa Mila, aún no inicio la clase – entré cuando me lo indicó y aunque traté de ignorarlos, vi como varios grupos me veían <según ellos disimuladamente> y cuchicheaban, como un enjambre afanado por fabricar la miel que era para ellos el chismear y en vista de que habían recolectado mucho polen, ahora solo les quedaba endulzar su mundo a mis costillas <IDIOTAS>


Las clases pasaron como si nada, nadie se acercó para hablarme, sabían que se exponían a mi odio y cuando se trataba de Enmanuel, yo podía ser despiadada e inclemente y tras lo fuerte de nuestra pelea de hoy, todos consideraron que lo mejor era darme espacio, para digerir todo lo que había pasado.


A la hora del almuerzo, esperé para bajar al cafetín ya casi finalizando el bloque de descanso, así evitaba toparme con algún conocido que inocente y desinformado quisiera saludarme, me senté con mi bandeja al final de uno de los pasillos, en un rincón apartado y un poco oscuro -lo bueno de comer tarde es que hay muchos lugares para sentarse–


Di unos cuantos bocados, no tenía mucho apetito, pero decidí que lo mejor era comer, no quería dar espectáculos de desmayos, ya con uno al día era más que suficiente.


- Mila...- reconocí la voz en el acto, era Enmanuel, ahora si buscaba hablarme con discreción, pero en clases moría por pavonearse ¡PERRO!


No le dejé hablar, de inmediato le miré con todo el desprecio que mi alma era capaz de albergar y aún más. Él trató de seguir farfullando, pero al ver el odio en mis ojos se quedó helado, como si el saber que yo le despreciaba fuese algo que él no pudiese soportar, sin embargo, no quería quedarme a analizar su expresión.


Le lancé otra mirada de desprecio, tomé mi bandeja y sin mirarlo más avancé hasta la papelera, vacié en ella prácticamente toda mi comida, dejé la vianda en el mesón de lavado y subí sin mirar atrás.


Ahora, si te puedo decir que no quiero saber nada más de Enmanuel, por lo que me queda de vida.




... ... ... ... ...

ArrebatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora