Te queremos, aunque no nos perdones

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- ¡No es mi intención agredirla, ni mucho menos! ... – bufó un poco irritado al ver como la muralla en la que se convirtió Mattia le impedía tan siquiera mirarme, ni hablar de acercárseme – ... Solo quería asegurarme de que se encuentra bien – intentó mirar en mi dirección, pero Mattia de inmediato lo bloqueó, lo que exasperó aún más a Enmanuel.

- No es necesario se preocupe por eso, de aquí en más, NOSOTROS nos encargaremos de ella – dijo tajante, mirando con hostilidad a Enmanuel, el cual al darse cuenta de que ellos no retrocederían no tuvo más remedio que dar marcha atrás y tras exhalar un brusco y molesto suspiro, comenzó a alejarse.

- Ya todo está bien – susurró Abby frotando tranquilizadoramente su palma en mi espalda, mientras yo me permitía llorar en su hombro, llorar y llorar, tanto como no había llorado desde hace años.

- ¡ESE INFELIZ! – espetó Mattia, gruñendo en dirección a la puerta por la que Enmanuel había salido.

- No es su culpa – susurré lejana y apenas teniendo fuerzas para responder, porque entre tantos sollozos me era casi imposible hablar correctamente

- ¡Sí lo es! Si él no hubiese roto la escultura jamás habrías recordado esos tiempos – Gritó Mattia, maldiciéndolo.

- Pero, yo exageré ... - traté de hablar, pero de inmediato Abby tomó con firmeza mi cara entre sus dedos y obligándome a mirarla me dijo con autoridad y dulzura.

- Mila, su acción fue impropia y la tuya desmedida, eso es lo que todos ven desde afuera, pero si profundizan en ti sabrán que esa brusca e impropia acción, de su parte, redarguyó en ti hechos traumáticos que pocos conocemos pero que para ti no son fáciles de olvidar. Recuerda que, por muy molesto que uno esté, no debemos ir por la vida agrediendo a otros solo porque para nosotros sea algo trivial, ya que normalmente no conocemos el dolor ajeno, así que Mila, esto no es tu culpa, tu no lo ocasionaste y tienes todo el derecho a sentirte mal y desahogarte – sus palabras eran un consuelo leve, pero por lo menos suavizaban mis heridas.

- Creí era historia del pasado – gimoteé acurrucándome en sus brazos y escondiendo mi rostro en su clavícula, empapando con mis lágrimas su suéter de colores.

- Era lógico lo pensaras ... – pronunció gentilmente Mattia, mientras lentamente se arrodillaba a mi lado – ... luego de que salieras de ahí, jamás viviste algo similar, por ende, se te hizo fácil olvidarlo ... – lo miré llorosa y él me sonrió con ternura, deslizando su palma por mi rostro, desde el borde de mi ojo, descendiendo por mi mejilla hasta anclarse en mi cuello, a la vez que limpiaba mis lágrimas en el proceso – ... por eso, mi bella, esto no es tu culpa, tú solo reaccionaste ante un estímulo, que sin tener intención, abrió tu caja de pandora ... – sonreí sutil ante su metáfora y él abrazó un poco más mi rostro con su palma, la cual se sentía cálida y estable, pero no segura.

- ¿Qué haré ahora? – pregunté entre sollozos, mientras regresaba mi rostro al regazo de Abby, lo que hizo que Mattia sonriera melancólico – el rector amenazó con expulsarme e incluso aseguró podría demandarme – los oí reír ante mi comentario, cosa que me extrañó bastante, por ende, los miré dudosa.

- Amichi, no lo olvides, tú eres Mila Sosa Carvaggo, no cualquiera se atrevería a meterse en un lío con tu familia, menos enfrentar en la corte a tu padrastro y a tu ... - Abby se mordió los labios arrepentida, ya que se dio cuenta que por poco la nombra y recordarla no es algo fácil de asimilar, para mí.

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