No era a ti a quien veía, si no a mi madre

387 24 0
                                    


17


- Te hacía reunida con tus "abogados" – dijo con voz risueña.


Podía suponer quien era, solo por lo ronco de su voz, incluso, sin verlo, podía visualizar en mi mente el ángulo exacto en el que la comisura de su boca se elevaba, para crear esa sexy sonrisa que tanto me repugna y por la que muchos deliran. Aun suponiendo era él, me volteé para verlo y confirmar lo que ya sabía, pero que no quería fuese real.


- ¿Qué haces aquí? – pronuncié con aspereza y molestia, apenas dedicándole una mirada y regresando de inmediato mi vista a la masa de arcilla húmeda que se encontraba frente a mí.


- Quería verte ... - susurró dulce y tímido y yo no hice más que suspirar, sabía lo que esto significaba.


- Ya lo hiciste – pronuncié distante y sin verlo hice con mis manos un gesto para que se marchara, como ese que se le hace a un perro que no quieres tener cerca, solo me faltó el "shuuu".


- Mila ... – pronunció en un suspiro de agotamiento, mientras despacio caminaba en mi dirección – ... solo quiero asegurarme de que estás bien – pronunció conciliador, pero de inmediato y sin voltearme, yo alcé mi mano para detenerlo, haciendo con esta una clásica señal de "stop" lo que lo detuvo en seco.


- No estoy bien ... – respondí sin mirarlo, con un tono lánguido y cortante – ... pero estoy mejor – terminé de decir combinando el fin de mis palabras con un nuevo gesto silencioso de "shuuu" dándole a entender que no se acercara.


- De verdad lo lamento ... - comenzó a decir, pero de inmediato lo interrumpí, debía aclarar las cosas.


- Enmanuel ... - pronuncié levemente afónica, a causa de tanto llorar – ... estoy muy molesta contigo ... - dije sin mirarlo, aun así, pude sentir como se estremecía ante mis palabras - ... odié y odio lo que hiciste ... - le reproché sintiendo como mis ojos comenzaban a nublarse levemente – ... pero, a pesar de ello, ahorita estoy más molesta y frustrada conmigo que contigo. – dije mordiendo mi labio para evitar llorar de nuevo.


Seguí mordiéndolo durante los segundos que duró este incómodo silencio, hice más presión en este, porque quería evitar por todos los medios volver a llorar, al punto de que a pesar de sentir el metálico sabor de la sangre invadir mi lengua, no disminuí la presión de mis dientes en mi labio.


- Te haces daño – dijo sutil, mientras deslizaba su pulgar sobre mi labio, zafándolo delicadamente de mis dientes, para luego limpiar con su dedo la sangre que lo impregnaba, sustituyendo el espeso líquido por sus sutiles caricias, las cuales eran tan delicadas como pequeñas plumas que acarician con suavidad las endebles fibras de mi alma.


- ¡SUÉLTAME! – le espeté enojada, mientras de un manotazo empujaba su mano para que no rozara mi labio, a la vez que con mi otra mano limpiaba con aspereza la lágrima que insolentemente surcaba sin prisa mi rostro, otra vez.


- Pequeña ... - dijo en un murmullo mientras deslizaba tierno sus dedos fríos sobre el anterior recorrido de mi lagrima, caricia que me hizo sentir vulnerable y que aumentó mi deseo de llorar.

ArrebatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora