Sigilosa y Secreta: Lunes

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4.1


Lunes

- ¿Volvió? ... ¡Qué milagro, señorita Sosa! no pensé que volvería a verla – vomita risueño al verme entrar al salón de clases, el cual por una inexplicable razón estaba vacío, ¿será que llegue más temprano de lo usual? Puede que anunciarán la semana pasada que la clase iniciaría a otra hora y como no vine a la universidad en toda la semana, no me enteré de nada.


¡Rayos! debí escribirle a alguien para cerciorarme de la hora en que tendríamos clases, me habría evitado este incomodo momento a solas con él...


- Solo tuve una semana ajetreada y no pude venir a sus clases - verbalicé en un tono mordaz e indiferente, mientras caminaba hasta mi habitual mesón.


Se ubicaba al final de la primera hilera de mesones, era alto, de madera rústica, más pequeño que los demás, se encontraba en una esquina casi oculto por unas columnas que se erguían a uno de sus lados, además al contrario del resto de los mesones este no permitía enfocar bien el centro del salón a causa de las columnas que lo cubrían - lo que era perfecto para mí -


En un principio nadie quería ese espacio; lo llamaban "el mesón abandonado" nadie lo usaba porque sentado en este se dificultaba mucho ver la explicación de Enmanuel, sin embargo, a mí me resultó ideal y muy práctico. Debo confesar que lo escogí porque me evitaría tener que mirarlo todo el tiempo - antes era por odio ahora por incomodidad, pero sin importar la razón me permitiría no tener que verlo -


Además, como a nadie más le gustaba podía tener más espacio y quedaba cerca de unos pequeños estantes - un día sin razón aparecieron ahí - por lo que podía ordenar mis cosas y guardar mis piezas en un sitio que solo yo usaba - mis compañeros creían que yo había traído el mini estante por lo que evitaban usarlo - era como si tuviera mi propio espacio dentro del taller de Enmanuel.


Con el tiempo mis compañeros empezaron a notar mi preferencia por ese mesón - solo me sentaba ahí, por lo que no les fue difícil notarlo - así que lo rebautizaron con el nombre de "El mesón de Mila".


- Sí, me imagino que esconderse de mí y esquivarme en los pasillos hizo de su semana algo muy agotador - me paralicé en el acto, tanto que me cuidé para que no me viera evitarlo y resulta que siempre fue consciente de ello, de seguro le pareció mega gracioso reírse de mí mientras yo veía los pasillos a través del espejo de mi polvera... - ... Te has quedado inmóvil, ¿no me digas que creíste que ese LOOK de "chica encubierta" y el espejo asomado en los pasillos de verdad evitarían que yo te viera? - dijo sarcástico sin tratar de disimular su burla.


Escucharlo me hacía hervir de ira y cómo no hacerlo, si esa insolente actitud suya, que era tan sobrada y petulante, me reventaba los ovarios.


– La verdad fue enormemente divertido verte ... – rió a carcajadas mientras aplaudía y se secaba las lágrimas que corrían llenas de júbilo por su rostro, de tanto reírse de mí - ... El ver que te tomaste tantas molestias para evitarme fue... ENCANTADOR – siguió riendo sin el más mínimo decoro, jactándose de mi humillación con sus carcajadas, que sonaban de los más grotescas, ¡ESTE INFELIZ CON QUIEN CREE QUE HABLA! ¡¡ES QUE LO MATO!!...

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