Despertar

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Escuchaba como desde lo lejos un persistente sonido me abstraía de mis ensoñaciones, arrastrándome al plano terrenal, al cual yo no deseaba entrar.


- Preciosa, tu teléfono suena – sentí su susurro en mi oreja, mientras mordía cariñoso mi lóbulo y yo me acurrucaba juguetona ante su tierno llamado...


- Uuummmmmm - ronroneé retorciéndome sobre su pecho, disfrutando de su calidez. - No quiero - protesté con los ojos cerrados y tapándome con el cobertor.


Lo escuché reír, mientras trataba de despertarme haciéndome cosquillas.


- ¡¡¡PARA!!! – reí como tonta ante sus cosquillas - ¡¡¡PARA!!! – no se detuvo a pesar de mi suplica, yo chillaba entre risas y lágrimas presa de sus cosquillas, que poco a poco fueron llevándome hasta el borde de la cama, logrando que yo misma saliera presurosa de esta, en un intento desesperado por alejarme de su ataque.


Cuando me vio fuera de la cama, sonrió satisfecho -el muy cabrón lo hizo a propósito para que yo me levantara- pero a los segundos un brillo se encendió en sus ojos y su sonrisa de satisfacción se transformó en una de cazador y con gran lentitud arrastró metódico su cuerpo por mi cama, indicándome que iba por mí.


Lo vi acercarse a mí, aun trataba de calmarme por su anterior ataque, pero al notar el brillo en sus ojos; que me recordó al de una bestia quien está por arremeter ante su presa -la cual, en este contexto, era yo- y temiendo un nuevo ataque de cosquillas -u otra cosa- corrí lentamente analizando cada paso que daba, moviéndome al ritmo de sus movimientos, sin dejar de mirarlo.


Él avanzaba y yo retrocedía, él se movía a la derecha, yo a la izquierda y viceversa, nunca dejé de ver sus acaramelados ojos miel, ni su sonrisa de autosuficiencia; que me decía a gritos: "VOY A ATRAPARTE y no hay nada que puedas hacer para impedirlo," era como si creyera que yo no podría huir de él y ese pensamiento me hacía querer huir aún más, deseosa por demostrarle que no podría atraparme.


Segundos o minutos pasaron, no sabría decir con exactitud cuanto tiempo duramos en el preámbulo de movernos lentamente -él hacía un lado y yo hacía el otro- mientras nos mirábamos ansiosos, sabiendo que pronto iniciaría la "batalla".


En un segundo lo vi lanzarse en mi dirección; yo ya estaba próxima a llegar a la puerta, si pensarlo grité.


Entre risas y sorpresas corrí esquivando sus manos, que se alargaban ansiosas por atraparme, brinqué presurosa a la cama - donde antes estaba él - y al estar encima di otros dos brincos sobre esta, parándome en la esquina más alejada de él, me vio animado como si mi huida hubiese aumentado en él el deseo de querer atraparme.


Nuevamente estaba al acecho, sus ojos me veían atentos y su sonrisa era encantadora, caminaba despacio a la derecha y de nuevo a la izquierda, mientras yo estaba atenta a su recorrido tratando de adivinar porque lado me atacaría.

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