Huida

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¡¿Qué ha pasado?! ¿Cómo es que las cosas terminaron así? ¡¡¡Por DIOS!!! ¿Qué he hecho? Se supone que yo estaba triste por mi ex, claro también algo - muy - molesta, entiendo que yo me acostara con "ALGUIEN" por despecho, de hecho el hacerlo sería perfectamente normal y entendible, pero la cosa es que no me acosté solo con "ALGUIEN" sino que le pedí a ese "ALGUIEN" que me cogiera - literalmente hablando - y que ese "ALGUIEN" aún tiene su miembro en mi interior mientras su semen escurre por mi muslo mezclado con mis fluidos a la vez que mi cabeza reposa - se esconde - en su hombro y esto no sería problema si este "ALGUIEN" fuese un desconocido; algún chico de un bar con el que estuve en los baños para bajar la calentura de mi despecho, sería perfecto si este "ALGUIEN" fuese solo un "ALGUIEN" pero, para mí desgracia no es así, este "ALGUIEN" al cual le escucho su respiración y que me sigue sujetando de las caderas sin la más mínima intención de soltarme, no es otro que mi MUY, PERO MUY ODIADO y MALDITO ¡PROFESOR ENMANUEL!


La verdad es que aún no puedo creerlo, ansío despertar de esta pesadilla, pero para mí desgracia no despierto y para ser honesta solo deseo con todas las fuerzas de mi alma que en este atroz, vergonzoso e interminable momento la tierra en verdad se abra y me trague, llevándose consigo todo rastro de mi existencia...


- ¡Aaaaaaahh! – suspiré instintivamente al sentir como comenzaba a retirar su miembro de mi interior, ahora un poco más flácido <pero aún con rastros de erección> y por alguna razón, que mi cerebro desconoce, yo no quería dejarlo ir, así que comencé a contraer el interior de mi vagina, voluntariamente, tratando de evitar la salida de su miembro.


Sentí como él se estremecía cada vez que yo lo hacía y eso me hizo hacerlo aún más... porque... yo no quería dejarlo ir...


- ¡Que pequeña más hambrienta! –


Me susurró seductor sobre mi oreja mordiéndola un poco y descendiendo sobre mi cuello mientras lo olía despacio.


- ¿Quieres más? ...- me tentó en susurros, a la vez que se detenía sobre mi hombro, le dio un suave mordisco, lo besó sensual y lentamente, para luego comenzar a ascender desde este hasta mi oreja lamiendo todo el camino que separaba estas zonas, fue realmente excitante, me olvidé de todo y me centré en sentir ese cosquilleo que su lengua me generaba y que me recorría de pies a cabeza...


- ¡Ummmmm! – ronroneé, aún escondida en su hombro - ¡¡¡Que rico!!! – le dije desde lo más profundo de mi ser, ya no había racionalidad que tratara de orientar mi conducta, ahora solo sabía que no quería dejar ir este placer envolvente y abrumador, quería disfrutar más de él, sentirlo más... me deseaba suya, eso era todo en lo que podía pensar.


Al parecer Emmanuel sentía algo similar porque siguió lamiendo mi cuello, chupándolo con frenesí. Con cada lamida fui perdiendo el equilibrio y comencé a descender sobre el escritorio, él me siguió subiéndose sobre este hasta quedar encima de mí, a la vez que acomodaba sus piernas para entrar un poco más en mi interior, el sentir esos movimientos, los cuales no tenían fines eróticos - cabe destacar - pero que fueron tan deliciosos que, me hicieron suspirar un gemido apenas audible, pero lleno de deseo y al ver nuevamente su rostro noté como su mirada se tornaba oscura.

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