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NARRA MEGUMI

-Mmgggg…Haaa!!!...Maldición…HHHAAA!!!!

Mis gritos empezaron a resonar por toda la habitación, las contracciones no paraban. Trataba de mantenerme de pie, pero sentí un líquido resbalar por mis piernas, mi fuente se había roto.

No tardo nada en que Gojo e Itadori entraran atraído por mis gritos.

-Hermano!!!

No aguante más y caí. Ambos tomaron mis brazos para levantarme con cuidado.

-Itadori necesitamos llevarte a otro cuarto, llamaremos al doctor personal de la familia Ryomen.

-No por favor. Quiero estar con Sukuna, quiero quedarme a su lado. -trataba de resistirme, pero era obvio que no podría, el dolor seguía.

-Hermano, es lo mejor, un espacio para ti ahora es importante.

-Pero lo necesito a mi lado…

-En cuanto él bebe nazca estarán juntos- decía Gojo

No tuve opción más que ceder.

Me pasaron a otra habitación y me recosté en la cama.

-Mmmggg….haaaaa….duele

-Tranquilo Megumi todo estará bien.

Mi hermano no se apartó de mi mientras esperábamos al doctor. La sangre comenzaba a salir de entre mis piernas. Sentía que me desmayaría. Solo quería que mi hijo naciera lo más seguro posible. Sukuna te necesito tanto, tengo miedo.

NARRA SUKUNA

Todo estaba en negro, era la primera vez que no sentía ni ira ni desesperación, pero si sentía una gran soledad.

Desde que comenzó esa oscuridad no podía encontrar a Megumi, mi Megumi, escuchaba su voz, pero no lo encontraba, quería tocarlo, besarlo, pero no podía. Entonces lo sentí, su miedo era intenso.

Megumi me estaba llamando, el me necesitaba, y maldición no podía hacer nada, por más que lo intentara la oscuridad seguía. Ahora la impotencia llegaba,

-Megumi…tranquilo, aquí estoy.

No sabía si me escuchaba, pero era lo único que podía hacer.

Su dolor era más y más fuerte cada vez, quería ayudarlo, mierda.

NARRA MEGUMI

El medico había llegado al fin y empezaba a ayudarme en el parto, el dolor no paraba y lo único que podía hacer era un esfuerzo tras esfuerzo para dar a luz. Sentía como mi bebe luchaba por salir, a pesar del dolor no me rendiría por mi pequeño, el, Sukuna y yo estaríamos juntos sin dudarlo.

-Joven Megumi por favor puje un poco más, está por salir.

Escuchaba la vos del doctor, pero era irónico pedir más esfuerzo del que ya estaba dando.

-Hermano tú puedes- Itadori sujetaba mi mano

Mis quejas y sollozos no paraban. De repente todas las voces se oían tan lejanas hasta quedar en silencio.

Entonces escuche un llanto.

Mi bebe. Nuestro bebe había nacido.

Y después de unos segundos por fin lo tuve en mis brazos. A pesar de sentirme tan débil quería cargarlo, quería ver su rostro y cuando por fin pude hacerlo sus lindos ojos se abrieron por un momento dejando ver sus pupilas rojas y pequeños cabellos oscuro. Me hipnotizo, mi niño, mío y de Sukuna.

-Hola, pequeño – no podía contener las lágrimas- soy tu papá, eres tan hermoso- acaricie su rostro y bese su frente.

-Hermano, es un niño muy lindo, al fin soy tío.

-Felicidades Megumi – escuche a Gojo- dime ¿ya pensaste en un nombre?

-Yo…aun no… quiero esperar a que Sukuna despierte.

No podía despegar la mirada de mi hijo y aunque estaba en mi propia burbuja esta se terminó por romper. El cansancio me consumió.

-Itadori por…por favor…sostenlo…

Antes de desplomarme inconsciente mi hermano alcanzo a sostener a mi bebe y luego todo se volvió oscuro.

NARRA SUKUNA

Todo ese ruido interno paro, ya no sentía el sufrimiento de Megumi pero incluso eso no me calmo ya no tenía un silencio que me calmara sino más bien tenía incertidumbre.

La impotencia no desaparecía, tenía que liberarme de esto, maldita sea, quería estar con Megumi al menos una última vez quería saber que estuviera bien, saber que estaba a salvo, él y mi hijo, solo con eso podría morir en paz por fin. 

NARRA GOJO

Megumi había perdido la conciencia, Itadori sostenía con manos temblorosas al bebe mientras llamaba desesperadamente a su hermano.

-Megumi…hermano…¡¡¡Hermano!!!

Me acerque a él para tratar de darle, aunque sea un poco de clama.

-Tranquilo, amor, él va a estar bien- lo tome de los hombros.

-Pero …-

El doctor se acercó a revisar los signos del pelinegro mientras nosotros nos quedábamos al margen esperando.

-Está muy débil pero fuera de peligro, si tuviera la sangre del amo Sukuna sería más fácil pero su recuperación tardara mas además recuerden que dio a luz a un vampiro noble.

Miré al niño y caí en cuenta de las palabras del doctor, si para un vampiro o vampiresa era difícil el parte, era peor para un humano.

-Pero descuiden despertará en unas horas, aunque no se decirle cuando estará del todo bien, solo puede mantenerse lo más sano posible y estar en reposo.

Sentí como Itadori relajaba su cuerpo, yo lo ayudaría a mantener a su hermano lo mejor posible, su felicidad era la mía, su familia era la mía.

-Gracias, gracias doctor- dijo el pelirosa.

-Descuide es mi deber y cualquier cosa no dude en llamarme.

El doctor se fue. Mi pequeño humano se sentó al lado de su hermano mientras dejaba al niño recostado junto a su papá ya que parecía que iba a volver a llorar, pero al estar al lado de Megumi se tranquilizaba, era obvio los vampiros al nacer captamos los vínculos de sangre que nos unen a otros en especial con nuestros progenitores.

NARRA MEGUMI

De nuevo la luz llegaba a mis ojos, y sentía algo removerse a mi lado, mi visión volvió por complete y al voltear me encontró que el tierno rostro de mi niño. Me acomode en la cama sentándome y lo cargue.

Entonces entro mi hermano.

-Al fin, se te está haciendo costumbre desmayarte, al menos esta vez no fue tanto tiempo.

-Cállate Itadori- dije como broma. – ¿cuánto tiempo dormí?

-Desde ayer, descuida mi sobrino es demasiado tranquilo para ser un recién nacido, se nota que es hijo de Sukuna.

-Pero creo que ya tiene hambre- mi hijo empezaba a moverse algo inquieto.

-Por lo que me dijo Gojo la sangre siempre será lo principal para el vampiro incluso cuando nace, no necesitan leche sino la sangre de preferencia de quien lo dio a luz.

-Entiendo, pero yo…

-Descuida parece que la cantidad de sangre no es la misa de la que le darías a Sukuna.

-Okey…podrías…

Itadori me entendió al hacerle una seña así que salió y volvió rápidamente de la habitación trayendo una pequeño chuchillo.

Me ayudo a hacer un corte en mi muñeca para acercarla poco a poco a los labios de mi bebe y sin perder tiempo empozo a chupar mi herida y era tan tierno, no dolía para nada, mi pequeño niño era tan lindo.

Después de unos segundos dejos de comer y se acurruco en mi pecho.

-Itadori ¿Sukuna está bien?

Su semblante cambio a uno más serio.

-La verdad, él no ha despertado y no parece mejorar.

Y así el miedo volvía a mí.

ERES MI MALDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora