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NARRA MEGUMI

-Hermano por favor no te vayas- lagrimas caían de las mejillas de Itadori.

Estaba por irme y le había explicado todo al pelirosa prometiendo que volveríamos a vernos, solo quería que el estuviera bien y siguiera en la escuela, quería que su futuro fuera mejor.

-Estaré bien por favor cuida de nuestro hogar.

-No es cierto los que se van con los nobles nunca vuelven.

-Veras que yo sí, sea como sea volveré.

Nos abrazamos y aunque sabía que era cierto que podría no volver me conformaba con saber que estaría bien. Me dirigí entonces a mi amiga a la que había llamado para pedirle un favor, Kugisaki Nobara

-Por favor cuídalo por mí.

-Claro que si le golpeare el trasero si no se comporta- respondió la castaña

Aquello me hizo reír al menos tendría recuerdos como estos para sobrevivir a lo que me esperaba.

-Regresare

Tome la mano de cada uno ya que en el fondo era obvio que no quería irme, tenia miedo.

-Es hora- dijo la chica de gafas

Con ese miedo miro a mi hermano y amigoa queriendo llorar.

Me alejo y subo al auto, este arranca y me despido de ellos por la ventana.

Cuando los pierdo de vista vuelvo el rostro al frente pero también noto que la chica de gafas esta muy callada asta que en un momento comienza a hablar.

-Muchacho ¿tu nombre, cual es?

-Fushiguro Megumi, ¿puedo preguntarte el tuyo?

-Maki Zenin- note como me miraba con compasión- Fishiguro déjame darte un consejo, pase lo que pase trata de no resistirte o será peor.

-Eso no es muy alentador

-Lo sé, lo siento.

Después de eso nos quedamos en silencio hasta llegar a una ciudad y nos estacionamos frente a un edificio. Maki me llevo hasta el piso más alto y entramos a departamento demasiado grande y hermoso.

Me dirigió aun cuarto después.

-Esta será tu habitación, no salgas asta que el venga.

Cerro la puerta. Observe el lugar, la cama era espaciosa, un closet vacío, un espejo que era prácticamente toda una pared, un closet vacío y muchas otras cosas. Me recosté en la cama y al poco tiempo me quedé dormido.

Un momento después sentí como una mano acariciaba mi mejilla, luego bajo a mi cuello y cuando iba a tocar mi pecho abrí los ojos exaltados.

Me tope con unos ojos rojos carmín que al principio me hipnotizaron, pero entonces reaccione y me levante rápidamente alejándome de ese hombre y lo observe mejor.

Era mas alto que yo, tenía puesta una camisa blanca y pantalón negro, su cabello me recordaba un poco al de mi hermano, pero el de este sujeto era mas oscuro. Era alguien hermoso pero esa sonrisa burlona también causaba inquietud y… miedo.

- ¿Quién te ha dado permiso de moverte? - su voz gruesa me estremeció

-No… no se acerque

-Te atreves a darme una orden… insolente

En un parpadeo ya se encontraba nuevamente muy cerca mirándome a los ojos, pero no pude aguantarle la mirada.

De repente una de sus manos tomo mi cintura y la otra mi cabello con fuerza haciéndome soltar un quejido dejando mi cuello descubierto y entonces sentí como su cuerpo se juntaba mas con el mío y su nariz se hundía a mi cuello buscando mi aroma. Sus manos estaban frías pero mi corazón latía más rápido.

-Tu aroma es delicioso… tu sangre será exquisita, la sangre de un doncel.

Su mano en mi cintura empezó a meterse por debajo de mi ropa y acariciar mi torso.

-Con tanto miedo y tanta valentía- me tomo del mentón- me pregunto cuanto aguantaras.

Rápidamente me tomo del brazo y me aventó a la cama quedando sobre mí, rasgo mi playera y esta vez lamio mi cuello.

-Tranquilo solo dolerá un poco- que gran mentira

Sus colmillos traspasaron mi piel provocando que soltara gemidos de dolor. Trate de alejarlo, pero fue inútil, puso una de sus piernas entre las mías, sus manos empezaron a acariciar mi cuerpo. Sentía como tomaba mi sangre y de repente el dolor se transformaba en placer. No lo entendía ¿Por qué me estaba gustando?

Mi cuerpo se puso mas y mas débil. Se separo de mi lamiendo la sangre que quedaba en mi cuello. Acaricio mi mejilla para luego tomar mi mano.

-Tu cuerpo esta temblando… descuida, esto apenas inicia- mordió mi muñeca y un poco de sangre empezó a escurrir.

No podía más me debilitaba además de que el miedo me consumía.

De pronto todo se puso oscuro.

ERES MI MALDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora