En la ciudad de Grant, una enorme muchedumbre se arremolinaban junto al Palacio Imperial, rumbo a una protesta masiva. La gente estaba harta de la pésima administración del presidente interino Mateo Bland, pues su toma de decisiones había conducido a la nación a la ruina total.
Dentro del gran palacio presidencial, el dictador Matthew Bland se hallaba sentado en la silla que el denominaba cómo su trono, viendo a la gente protestando por la ventana, con una mirada cínica y burlesca.
—Señor presidente- la voz de su secretaria sonó a un costado suyo, con algo de preocupación en su tono.
—¿Dime?- pregunto el, sin apartar la mirada de la ventana.
—Señor presidente, los senadores le están esperando para su rueda de prensa, los manifestantes son muy peligrosos y ya han herido a 5 oficiales.
—Señorita Torres, ¿Acaso no ve lo inconformes que están estás personas? Sus ansias de más y más no tiene fondo.
—Umm presidente Bland, los senadores...
—Lo se, están impacientes, todo el mundo en esta maldita región está impaciente de ser escuchados.
El presidente Bland volteo a ver a su secretaria y le sonrió como siempre, ya estando fuera de su trance filosófico.
—Con mucho gusto señorita Torres, iré con los senadores en seguida.
Matthew camino junto a su secretaria personal, bajando unas escaleras adosadas de mármol brillante, recorriendo un pasillo lleno de estatuas, de ídolos y de tesoros encontrados en las ruinas de la ciudad de Tracia. Bland sabía lo que se merecía, el poder absoluto de la región, por eso mando a edificar una estatua en su nombre.
El era un Dios venido del cielo para apaciguar y resolver los problemas que los simples mortales eran incapaces de resolver debido a su maldita incompetencia y sus ganas de cagarlo todo.
El tenía que resolver todo, el tenía que decir todo en las monótonas y absurdas ruedas de prensa. El solo deseaba estar en su palacio solo sin que nadie lo molestará, el solo deseaba filosofar.
¿Acaso había sido una cuestión divina o una cuestión de esmero su ascenso al trono? Pronto Buredunia dejaría de denominarse con ese ridículo nombre y pasaría a llamarse Nueva Tracia.
Si, ese era el nombre perfecto para una nación digna de los antiguos dioses de Tracia, una ciudad digna para aquellos que pudieran pagarla. Claro estaba que no iba dejar entrar a cualquier paleto con ganas de superarse, ya que eran cucarachas, solo contaminaban la pureza de los lugares sagrados.
Entro a la gran sala de reuniones, en donde los 14 senadores fieles a el le esperaban con sonrisas llenas de nerviosismo y temerosidad, si decían algo que no les gustaba, por más mínimo que fuera, sería su fin, y sus familias serían encarceladas y posteriormente ejecutadas por traición a la patria.
—Buenos días presidente Bland, le hemos estado esperando con ansias.
—Me alegro mucho senador Ramírez, espero y tengan buenas noticias y propuestas para esta mañana tan ajetreada aquí en el palacio.
Los hombres tomaron asiento y suspiraron, abrieron sus maletines, sacaron sus computadoras y dispuestos a complacer al presidente, comenzaron a redactar sus propuestas.
—¿Si senador Godard?
—El campo de Trabajo de Herwicks requiere de una ligera financiación de un 20% señor presidente.
—Mientras no dejen salir a los cerdos de sus corrales, se les dará la financiación que necesiten, siguiente.
—Su contrincante electoral, el senador independiente George Clinton ha sido ejecutado señor presidente.
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MOON KNIGHT: SHADOWLANDS
ActionJoyland. Año 2045. 20 años han pasado desde el estallido de la Gran Guerra Civil de la Colonia. Varias ciudades han sido devastadas y el conflicto parece lejos de acabar. en medio de la cruenta batalla, un solitario hombre sin rumbo deja un rastro d...