MOON KNIGHT: SHADOWLANDS

CAPÍTULO 19

En medio de una cabaña, una familia se resguardaba del fuego, los soldados con lanzallamas habían arrasado con el pueblo en el que vivían. Los padres llevaban a sus pequeños cargando, alejándolos de las llamas y de las balas en los brutales tiroteos que se habían cobrado las vidas de sus vecinos y amigos de la zona.

Ahora la familia se encontraba sola, rodeada de arboles sobre los cuales caían las cenizas de los enfrentamientos que se dieron en el lugar, algunos cuerpos en la zona todavía se hallaban frescos, y los disparos y los gritos de los civiles podían ser escuchados facilmente en las cercanías, los niños estaban atemorizados, abrazados a sus padres, quienes caminaban con las piernas cansadas y a punto de desfallecer.

Los dos cargando a sus hijos, llegaron a la cabaña que el general que los salvo les prometio toparse si seguían el sendero del bosque por el norte, y así fue, la niña, recargada sobre el hombro de su madre, observaba el cadaver de un soldado, y volteó la mirada a otro lado al ver que un gusano salia de su ojo izquierdo.

Entraron a la cabaña, recargaron a los niños en los sillones en lo que los padres buscaban alguna fuente de iluminación, el padre encendió su linterna de baterías y pudo encontrar que habían velas y una caja de fósforos llena, justo como el general de la base les había indicado, rápidamente los padres encendieron las velas y las dispusieron sobre diferentes rincones de la cabaña.

Los niños solo observaban tranquilos, intentando no asustarse por los sonidos de los estallidos en las zonas cercanas a la cabaña, también esperaban que ninguna bomba volará su refugio temporal durante la noche, ya que planeaban descansar allí todos, tuvieron un día agotador huyendo de la guerra que se extendía por las costas de Luth, por ordenes de un general llamado Bushman.

Sus amigos, los Chandler, habían muerto a causa de una bomba que cayó en la base en donde antes se refugiaban, y por esa misma razón tuvieron que desplazarse sin ayuda y sin ningún tipo de protección, solo ellos 2 junto a sus dos hijos. Cuando finalmente encendieron las suficientes velas y las colocaron en distintos lugares de la casa para iluminar, los dos se sentaron en la modesta sala que se encontraba allí. Podían verse cucarachas desplazándose sobre las paredes, pero aquello era lo de menos, debían avanzar si deseaban salir con vida de la zona de guerra, tal vez los podrían recibir en una de las tantas ciudades subterráneas que se hallaban desplegadas por muchas zonas del continente.

Los padres se sentaron a lado de sus pequeños, y comenzaban a cerrar los ojos, producto del cansancio que tenían por la larga caminata que dieron durante el transcurso del día.

"Hey" dijo una voz que parecía viajar por el aire de la cabaña.

Los padres voltearon la mirada hacia una habitación, en la cual habían olvidado colocar una vela encendida allí. La madre y el padre se miraron mutuamente, muy extrañados, sabiendo que ambos escucharon aquel susurro.

"Hey" dijo nuevamente el susurro.

Los padres se levantaron asustados, la madre iluminaba con la linterna de baterías mientras el papá apuntaba con la pistola que el soldado les dió en la base antes de marchar a la guerra. Ambos protegiéndose mutuamente, pero sobretodo protegiendo a los niños, quienes descansaban tranquilos en el sillón de la sala de la cabaña.

Al entrar en la habitación oscura, se percataron de que no era más que un estudio en dónde descansaban algunos libros sobre un escritorio viejo y lleno de polvo. Los dos suspiraron de alivio mientras se dedicaban a salir de la habitación.

"Hey" sonó el susurro, está vez mucho más cerca.

Los padres se estremecieron al escuchar aquella voz de nuevo, y para peor de sus miedos, está vez se escuchó, como si el susurro proveniera a centímetros de su oreja. Sin embargo, no había nadie más en la habitación más que ellos dos, y no había un solo lugar en el que una persona pudiera esconderse fácilmente sin ser detectada por la luz de la linterna.