Una Novia Para Amanda Gray

4. Pastel

Amelia

En el primer instante que la vi, ahí sentada junto a sus amigos, supe que ya no era tan buena idea haber venido.

Su cabello negro, lacio y corto siempre me ha gustado, pero esta noche se mira aún mejor. Siempre que se hace una coleta para educación física, o se acomoda el cabello hacia atrás, su fleco resalta y la hace ver hermosa.

Fingo no verla al principio, empiezo a tener miedo de que solo me haya invitado por ser amable.

Me quedo hablando con unas viejas amigas de la secundaria, que sin duda son muy diferentes a las que conocí este año. Mientras que mis amigas hablaban sobre tips para que el perfume duren más, las mejores marcas de maquillaje y alguna que otra aventura con un chico, las de la preparatoria solo hablaban sobre cómo serle infiel a un hombre solo por no contestar un mensaje, críticas hacia chicas con unos kilos demás, según ellas, y por supuesto, también hablan sobre Amanda.

Pensar en ello me hace volver a dirigir la mirada hacia ella, esta vez la veo saliendo del lugar a toda prisa, lo que me deja un poco confundida.

Una de mis amigas, la más cercana al cumpleañero, se acerca para hablar con el y Derek, por lo que todas vamos con ella.

—Hola, Amelia —me saluda Derek— ¿quieres beber algo?

—Si, gracias —respondo. Necesito una cerveza para calmar un poco lo nervios que se están formando en mi estomago por un rato.

Derek me pasa una lata, con una pequeña sonrisa, y yo la abro. Cuando le doy un sorbo me doy la vuelta hacia las demás personas, veo a Amanda caminar directamente hacia Derek, y no se ve muy alegre.

Se ve bonita enojada.

—Maldita rata traicionera, porque no me dijiste que... —antes de que pueda terminar, Derek se aclara la garganta y le hace una seña en mi dirección.

Ella se gira y se da cuenta que estoy ahí alado de ellos. Su alma parece salir de su cuerpo por unos segundos. Se acomoda su pelo hacia atrás y ahí está, el fleco que tanto me gusta como se le ve.

—Hola, Amelia —dice, en un tono bastante nervioso. Se da la vuelta nuevamente y mira a Derek, señalándolo con un dedo—. Tu y yo tenemos problemas pendientes.

Derek se limita a sonreírle y le pasa una lata de cerveza. Amanda la toma y le da un trago para después mirarme.

—Te ves muy bien, me gusta tu falda.

Por nerviosismo me pongo un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Gracias, a mi me gusta tu camisa.

Sus mejillas se tornan de un color rojizo y le da un trago rápido a su bebida para ocultarse.

—¿Saben que?, voy a ir con los chicos a la piscina. Si te quieres ir Amanda, solo dime —nos interrumpe Derek, que se levanta de su lugar deprisa, antes de que darle tiempo a Amanda de contestar.

—Oye, Amelia —me llama Alyssa, una de mis amigas—. Elena se tiene que ir, ¿te vas a quedar?

—Si, pensaba irme un rato, lo siento —me disculpo, y miro a las demás, apenada—. Pero llámenme si sucede algo más, ¿Si?

Alyssa asiente, con una sonrisa y algunas salen del lugar. Como esta vez Elizabeth no está con nosotras no tengo que hacer de segunda mamá.

Me centro de nuevo en Amanda, que ya se sentó frente a la barra, y tomo asiento a su lado, donde antes estaba Derek. Ella aún está maldiciendo en voz baja, y me obligo a reprimir una sonrisa cuando la veo apretando los puños de nuevo.