Capítulo XX. ¿Otro?

112 33 3
                                    

Tin

No.

No había manera de entrar a esa habitación y mucho menos saber el estado de Can. Han pasado cuatro días, y aún sigo aquí sin moverme.

"Solo le informamos a familiares "

Me han dicho todas la personas que tratan con Can y han sido amenazadas por ese señor que se rehúsa a dejarme verlo. No le importa, solo dice que no es de mi incumbencia y dice que si no me voy, va a llamar a la policía.

Tull y Hin se fueron ese día, les pedí largarse y dejarme en paz porque no soportaba tanta hipocresía, desde entonces me han llamado y no les e contestado pero en la mañana mi teléfono se apagó. Mis padres también ese día se fueron tratando de convencerme de que era lo mejor y que no volverían a hacer nada al respecto. Solo dijeron que Can no valía la pena, el dinero y el apellido.

Me quedé sentado en esta banca en la cual ya varias personas me miran con curiosidad pero me niego a irme. No hasta ver a Can, saber que está bien y si el me lo pide, me iré a casa pero solo hasta que lo vea.

-- ¿Un café?

Levanto la vista y veo a una chica, vestida de blanco, un aparato en su cuello qué desconozco el nombre pero se que se usa para escuchar el corazón.

-- No, gracias.. -- veo a otro lado

-- Ya son más de las once... -- la escucho -- debería ir a casa, ya tiene cuatro días aquí, ¿Al menos come algo?

-- No me iré hasta saber de mi esposo. -- Le veo al fin

-- Nadie va a decirle nada. -- niega -- todos aquí sabemos que no son nada.

-- Eso es injusto ¿sabe?, Ni Can ni yo tenemos la culpa de lo que ha pasado.

-- El joven Can es muy lindo.. -- me mira sonriendo -- desde ayer en la noche que despertó no para de hablar.

Abrí mis ojos.

>> ¿Tú eres Tin? -- asiento lentamente -- está muy enojado contigo porque no has ido a verlo.

Sonreí al verle, limpié mis ojos y me puse de pie tan rápido que me maree.

-- Déjame entrar. Lo haré rápido.

-- No.. -- niega -- Can está en revisión, no debe de hablar con nadie hasta que los resultados salgan.

-- ¿Qué resultados? -- Le miré -- ¿Cómo está?

-- Un disparo en hombro, y otro muy cerca de la corteza entorrinal-- le da un sorbo al café -- No es buena idea que lo visites ahora.

-- ¡¿Pero esta bien?!

-- No grites.. -- niega -- dentro de lo que cabe... un poco más y muere.

-- Déjame entrar, por favor.  -- Le pido -- solo un minuto y me iré.

-- No. -- niega -- mejor ve a casa, toma un baño, duerme, y ya que sea correcto podrá tener visitas.

-- No me iré. -- volví a sentarme -- Y hagan lo que quieran. Gracias por la información pero no me quedaré tranquilo.

Ella sonrió, asintió y un poco pero antes de irse me dejó más que confundido.

-- Eres como él dijo. -- ríe quedito -- además,  ¿Cuál información? Solo estábamos hablando...

Sonríe.

-- Por favor...

Volví a pedirle a esa enfermera con la mirada pero solo negó, dando media vuelta, me dejó de nuevo en este pasillo que ya solo se ha quedado, solo unas voces a los lejos se oyen y en cierto punto son tétricas como en todos los hospitales.

OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora