Capítulo XXVII. De nuevo

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Can

No lo alcanzo.
Aquel bote que tiene chocolate en polvo no lo alcanzo y no encuentro el tonto banco, me muero por ponérselo a mi licuado de mango.

No está May cerca, creo que anda con Nana allá arriba y yo necesito tomarme esto ahora mismo o vamos a tener problemas, trato de levantarme un poco más de puntas, ¿A quien se le ocurre poner esto hasta allá?, Nana es menos alta que yo y no entiendo como baja eso sola. La camisa se me sube, mi pequeño estómago pega en la barra de metal y lo helado en mi piel me hace erizarme.

-- ¿Qué estás haciendo?

Escucho tras de mi y volteo para ver a papá, me mira con una sonrisa, pero le hago una mueca de inocencia.

-- Quiero el chocolate en polvo. -- le pido

-- Haber...

Avanza hasta a mi, unos cuantos centímetros más que yo le ayudan a tomarlo y casi babee cuando tuve el gran bote en mis manos.

-- ¿Cómo está lo más hermoso de casa?

-- Con hambre. -- Le vi

Pero cuando lo miré inclinado en mi estómago de tres meses, hice una mueca y mejor abrí el bote para vaciarle cuatro cucharadas a la licuadora.

-- Midete con lo que comes. -- me mira al fin -- es mucha azúcar eso.

-- Ya se... solo hoy. -- encendi el aparato -- no puedo sacarlo de mi mente desde anoche. Lo necesitamos urgente.

Estuvo listo en unos segundos, papá miraba con curiosidad lo que había preparado, pero no dijo nada, solo hizo una mueca cuando le ofrecí y negó tranquilo.

-- Estaré allá arriba -- besa mi frente -- no subas y bajes demasiado.

-- Te quiero mucho.

Sonreí cuando me abrazó, acarició mi pancita y se fue de aquí a su habitación. Tin no tarda en regresar para ir a casa, hace unas semanas volvió al trabajo con papá y todo porque un día se encerraron en su despacho, miré toda una película yo solo hasta que terminaron de hablar, pero Tinnie no quiso decirme que pasó.

Así que desde entonces antes de irse al trabajo me trae a casa para no quedarme solo en la nuestra, aquí no me aburro y a veces me gusta ir al jardín para hablar con mamá, contarle tantas cosas, pedirle consejos que hoy necesito, porque tengo tantas dudas con lo que pasa con mi cuerpo ahora, que quisiera sus mimos todo el día.

Bien, al menos ya estoy resignado a que tal vez no recuerde nada, nada ha venido a mi mente, pero al menos mis heridas han sanado un poco más, ya no me duelen tanto y puedo ser más libre, pero no es cierto, todos aquí me tratan como bebé y se que no es por mi, sino por el bebé que tengo justo ahora tal vez terminando de hacerle unas piernitas, o que se yo, unos deditos a lo mejor, a veces Tin se ríe de mi pero me gusta imaginarme como cada día una nueva partecita esta formada completamente.

Estamos muy emocionados, los días pasan y la verdad que estoy muy contento con todo esto.

Con todo lo que e descubierto, lo que e sabido, me da alegría ver que Tin está a mi lado y no solo como mi mejor amigo sino también como mi amor. Es tan perfecto, que a lo mejor morí en ese secuestro y ahora estoy en mi paraíso porque no creo en tanta felicidad. Luego se que estoy vivo porque mamá no está en mi cielo perfecto.

Me doy una vuelta por la casa, el sol está bajando cada vez más y no puedo evitar ver por la ventana, esperando que el auto de Tin aparezca para irnos juntos porque la verdad ya quiero estar en casa. El batido ya se acabó, quedamos satisfechos debo de admitirlo, estaba tan delicioso que me arrepiento de no haber despertado a Tin anoche para ir a la cocina y hacerme uno. Pero estaba tan cansado, que no quería molestarlo, se veía adorable rodeandome con sus brazos, respirando tranquilo aunque yo me moría de hambre.

OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora