Capítulo XXX. Otra vez [FIN]

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Tin

Si algo amaba ahora mismo era ver a Can hacerme la cena, sus movimientos tan ágiles a como puede, porque no puede pegarse tanto ni a la estufa, ni a la barra para acomodar todo, una pequeña personita sigue dentro y se rehúsa a salir hasta que me de un infarto de alegría.

Hace unos días, Can ha recuperado sus recuerdos y aunque muchos de ellos no estoy orgulloso, me alegra saber que estamos en la misma sintonia, donde no le oculto nada, donde ahora somos felices y solo es cuestión de que nuestra personita nazca para que sea todo en color de rosa o el color que sea.

Sentado viéndole porque no me dejó ayudarle, solo me dedico a verlo mientras una leve sonrisa me adorna.

-- Ya casi. -- me mira

Asiento al verle, con mi brazo flexionado y mi mano sosteniéndo mi barbilla, le comienzo a mirar divertido.

-- ¿Qué? -- junta sus cejas y un poco sus labios.

-- Que te vez adorable yendo de un lado a otro pero no puedes.

Sonríe al escucharme, me hace una mueca al seguir haciendo lo que hace y yo haciéndome el idiota. En menos de diez minutos, ambos estábamos en la mesa juntos, no frente a frente, ni cada quien a una buena distancia, sino juntos, frente a un delicioso salmón asado, verduras y un buen arroz que se veía delicioso, todo lo que el hacía desde lo que le quedaba salado, era único para mi.

Le doy un bocado, asiento al saborear su perfecto sabor y le hago una seña de que no estaba tan bueno.

-- ¡Oye! -- me manotea

Me rio -- Mentira, esta delicioso

-- Lo sé.

Dice confiado y le da un bocado, alzo una ceja, niego divertido y le acerco a mi para darle un beso en la mejilla.

-- ¿Sabes Tinnie? Es lindo esto. -- me ve un momento -- estar así, un bebé con el amor de tu vida es genial pero como nunca apareció, pues contigo.

Me quise reír.

-- Cierto. -- reste importancia -- tal vez un día tenga suerte y encuentre al mio.

Juntó sus cejas.

>> ¿No?

-- Alguien quiere volver al piso...

Me aventó con un poco de arroz y me reí.

-- Tu inicias...

-- Eso fue para que me dijeras algo lindo...

Negó con un pucherito y sonreí, abrazandole de lado, pegando mi rostro contra el suyo para hacerlo reír, se podría decir que era lo mejor que podía escuchar.

A mi pequeño Cannie.

-- Te amo mucho...

-- ¿Qué tanto? -- hace una mueca

-- De aquí... -- pienso -- de aquí hasta el infinito.

-- No me convence pero esta bien.

Sonreímos y volvimos a comer un poco, allá afuera la oscuridad estaba presente, por la ventana se veían las estrellas y las luces de los postes de luz a poca intensidad.

-- ¿Estás nervioso? -- dije ya más serio

Solo faltaban dos meses para que naciera. Dos. Y yo sentía el corazón en la garganta de los nervios, no me quería imaginar a Can si es el quien maneja todo esto, como siempre, en todos lados y todo el tiempo.

OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora