Capítulo XXV. Solo tuyo

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Tin

-- Que malo eres. -- reímos -- ¡Si te creí!

-- Estuviera en prisión ahorita si hago eso, ¡¿Cómo voy a hacerlo?!

Le digo gracioso mientras vamos en el auto y cruza sus brazos, doy un giro en la siguiente calle, entrando al gran fraccionamiento frente a mi, traje de regreso a Can porque; "Alguien me tiene miedo". Dejó de respirar cuando entró a nuestra habitación e indagó por todo menos la cama, se veía adorable este chico que es más inocente, por ahora, o yo soy el pervertido. También descubrió sus muebles en la habitación de las visitas, y le dije el porqué los había traído hasta acá.

"Dijiste que tu madre los había comprado para ti, y no ibas a dejar que se echaran a perder ahí."

Sonrió con nostalgia, tomándolos como si fueran delicados, recorrimos cada rincón y hasta le mostré su auto. Después dijo que tenía que volver cuando al ver sus cajones, miró algo que le hizo cerrarlo inmediatamente y verme con todos los colores en sus cachetes. Me imagino que miró algo como yo, la vez que cambié sus cosas del cuarto de visitas.

-- Can.. -- Le vi un instante antes de devolver mi vista allá enfrente -- Te invito a cenar.

-- ¿De verdad? -- sonrió

Asentí al dar vuelta en la siguiente calle, donde la gran casa se dejaba ver, iba a presionar el botón pero no fue necesario, nos abrieron casi al segundo.

-- Ya te esperaban... -- Le vi

-- Dije que iba a volver.. -- sonríe incómodo

-- Ya veo.

Avancé un poco más, llegando a la puerta principal, habían unos cuantos empleados haciendo su trabajo pero nosotros nos quedamos un momento aquí.

-- ¿No quieres ir a casa conmigo? -- Le miré -- ahí están todas tus cosas...

Carraspeo un tanto, nervioso por lo que le dije, sonreí al ver al bonito chico que se negaba a estar a solas conmigo.

-- Yo.. -- me mira -- no se...

-- ¿Me tienes miedo? -- sonreí

-- No, no.. -- niega pero sus ojos dicen otra cosa -- yo... solo déjame asimilarlo... ¿si?

-- Prometo no hacer nada. -- levanté mis manos -- lo juro

Se puso más rojizo, me reí al verlo tan tímido y me acerqué un poco solo para molestarlo.

-- De todos modos tu eres mío -- hice una mueca -- y un día de estos vas a estar en nuestra cama.

-- ¡Tin! -- me miró con vergüenza

-- Durmiendo.. -- negué inocente -- ¿Qué piensas?

-- Ya me voy. -- abrió la puerta.

Saliendo del auto como cachorro asustado, me reí por su reacción pero bajé el cristal de la ventana para vernos mejor.

-- ¿Vengo a las ocho? -- Le miré voltear

-- Si no llegas a esa hora no saldré. -- sonrió y me pareció un déjà vu

-- A que entro por ti

-- A que no...

-- Te amo. -- Le sonreí sin dejarlo decir nada más.

Encendí el auto y me fui a casa para volver en unas horas por el chico que sonríe al verme.

....

Camino furioso, no, lo que le sigue si eso existe porque si no llegan para quitármelo de las manos, le termino de romper la cara a ese idiota que anda diciendo que dejé de hablarle a Can porque... ¡Ahg! Lo recuerdo y quiero volver a partirle la cara.

OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora