Capítulo XXXI. Todo mejor [Epílogo]

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-- ¡Mean! ¡Date prisa que vamos tarde!

Roda los ojos, mirándose en el espejo por tercera vez, toma su teléfono del tocador, se ve bien a pesar de que no pudo dormir y esta más que molesto, la noche fue tan larga pero hablar con Plan habia sido tan bueno, que aunque no calmó su cabeza, si lo hizo su corazón.

Abre la puerta de su habitación, saliendo de ahí sin ninguna preparación y vestido desformal a comparación de su hermana que sale con un brillante vestido, ella lo mira y suspira cansada. ¿Por qué siempre tenía que ser tan busca problemas?

-- Te van a castigar...

-- Que te importa.

Le mira con desinterés y avanza rápidamente a la salida. Solo que al bajar las escaleras, se encuentra con su padre el cual alza una ceja y le mira de pie a cabeza. Tull estaba enojado, se le acercó en cuanto lo miró y Mean casi corrió de nuevo a su habitación.

-- ¿Qué parte de formal no entiendes? -- Le dice molesto.-- anda arriba y vístete bien.

-- No iré.

-- ¿Ah si?

Casi cerró los ojos sino hubiera sido porque su otro padre apareció, Hin corrió, tomando la mano de Tull que estaba a punto de golpearle, no es que ese tipo fuera un mal papá ni mucho menos, al contrario, desde que lo tuvo en sus brazos no a sido más que un excelente padre para él. Pero Mean pasaba por la adolescencia, y siendo sinceros tenía días con el humor de la mierda como su difunto hermano Tin.

Como le recordaba a él...

Pero parpadeó y volteó a ver a su marido, el cual le mira con reproche por lo que iba a hacer y niega cansado.

-- Tu hijo... -- Le señala -- Que no va. Anda, dale un premio.

-- Mean... -- se le acerca el otro -- amor, es un día especial, lo sabes cariño...

El chico sonríe.

-- ¿A mi que me importa papá, la muerte del Tío Tin y él Tío Can? -- niega -- ¡Yo ni los conocí!

Tull se le acercó ahora con intención, dispuesto a callarlo por altanero pero Hin le detuvo de nuevo.

-- No digas eso.. -- niega deteniedo a su marido -- Se hace cada año para recordarlos...

-- Me da igual papá. -- sonríe -- no me interesa.

-- Pues me importa tan poco como lo que piensas. -- Tull le señala -- date la vuelta, lárgate a tu habitación, cámbiate y nos vamos. ¿OYES? Tu no eres nadie para ningunear a mi hermano y a Can. ¿ESCUCHAS? porque te juro niño que vas a estar sentado ahí con la mejilla colorada. Muévete.

Casi le tronó los dedos y Mean renegó, mirando a ambos con odio, subió las escaleras enojado y casi empujó a su hermana que se encontró en las escaleras. Como odiaba al mandon de su padre, Tull podía llegar a ser su peor verdugo y aunque era temporal su "odio", el no quería ir a esa ceremonia.

Cada año desde que se acuerda iba a ese lugar, donde familia muy cercana estaba ahí, sus abuelos que lo abrazaban hasta asfixiarlo, el padre del Tío Can que siempre se miraba triste y además le tenía que decir abuelo, su padre Hin le dijo que le llamaba abuelo solo por respeto. Pero Mean no era idiota, el año pasado en esa misma ceremonia se daba cuenta como todos le miraban con mucha atención.

Desde entonces se sintió incómodo. Tanto como con sus tíos muertos, que según sus padres ellos murieron en un accidente de auto, pero según internet, no había información sobre ese hecho. Era extraño, porque ¿Cómo unas familias tan conocidas con un evento tan turbio no había nada en la prensa? Eso le olió al dinero del abuelo.

OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora