Volúmen IV

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[Piense en lo que esa persona le hace sentir cuando está con ella]

[Piense en lo que esa persona le hace sentir cuando está con ella]

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Gakushū estiró la mano para apagar su alarma para comer. En temporada de exámenes, cuando metía la cabeza en los libros y se olvidaba de que era un humano con necesidades básicas, optaba por incorporar alarmas para cualquier cosa que tuviera que hacer, incluyendo comer.

Volvió a acomodarse y posó su cabeza sobre sus brazos cruzados. Dormir le estaba funcionando bastante bien en su misión de no pensar en Karma, así que iba a seguir con su tarea mientras no comenzara a soñar con ese pelirrojo; ahí estaría acabado.

Al cabo de unos minutos, otra alarma volvió a despertarlo.

Frunció el ceño sin abrir los ojos y volvió a deslizar el dedo por la pantalla de su celular. El ruido dejó de escucharse y pudo acurrucarse de nuevo, hasta que recordó que su alarma para comer no tenía sonido, solo vibraba.

Levantó la cabeza y, ahora sí con los ojos abiertos, encendió la pantalla de su celular.

6:16

—Es muy tarde para comer —Fue su primer pensamiento.

A.M.

Con un jadeo, se levantó rápidamente de su silla y miró a su alrededor. Todo estaba ligeramente oscuro aún, un ambiente familiar para él cuando salía de casa rumbo a la escuela.

—Dormí toda la noche —dedujo—. Es día de escuela, voy tarde... —Intentó asimilar, frotándose los ojos con las palmas de las manos—. ¿¡Voy tarde!?

Corrió hacia su cama pero se detuvo a medio camino y volvió a mirar su habitación entre la tiniebla. Él nunca iba tarde, ¿qué debía hacer primero?

Ducharse. Sí, eso.

Corrió al baño y se dio la ducha más corta de su vida. Al terminar, secó vagamente su cabello, se puso el uniforme y se lavó los dientes, solo para después tomar sus cosas y salir corriendo de su casa.

No ver el auto del director solo lo hizo preocuparse más; Eso no solo significaba que iba tarde para la reunión matutina del concejo, iba tarde para las clases.

El frío invernal lo azotó tan pronto como se encontró en la calle. No había viento, las copas de los árboles apenas se movían, pero el frío le calaba los huesos con la fuerza de un huracán; le sorprendía que aún siendo ya inicios de diciembre, no hubiera comenzado a nevar.

Se maldijo mentalmente por no haber pensado en tomar un suéter extra antes de salir.

Miró la hora una última vez antes de guardar el teléfono en su mochila y meter sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—¿Qué es esto? —Oh, no. Hubiera preferido quedarse dormido todo el día—. ¿El presidente estudiantil va tarde a clase? Eso es nuevo —Se burlaba de él desde la acera contraria. 

Cómo comenzar a salir con un delincuente [Asakaru]¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora